COVID-19: La evolución del virus a cinco años

• Ómicron generó el pico más alto de contagios. • Hoy, las variantes KP.3.1.1 y XEC prevalecen a nivel global y nacional

Ilse Valencia / Eric Noxpanco / Nycol Herrera| UNAM Global| marzo 10, 2025. La llegada a México del SARS-CoV-2, virus causante de la enfermedad COVID-19, tuvo fuertes repercusiones en la salud poblacional. De 2020 a la fecha, más de 300 mil personas han fallecido a causa de este patógeno que, por sus mutaciones constantes, ha mostrado un comportamiento cambiante que ha influido en el ascenso y descenso de infecciones y defunciones, así como en la respuesta inmune.

“A más contagios, mayor replicación del virus y, con ello, mayor capacidad de mutar. En el país hubo una alta cantidad de muertes entre diciembre de 2020 y febrero de 2021, época en que circuló una variante mexicana”, explica Rosa María Wong Chew, jefa de la Subdivisión de Investigación Clínica de la Facultad de Medicina (FacMed) de la UNAM.

Aunque la COVID-19 ya no es considerada una emergencia sanitaria mundial, es crucial que medidas como la vacunación anual permanezcan, sobre todo en quienes la enfermedad puede provocar un cuadro grave.

La variante mexicana
El SARS-CoV-2 es un coronavirus surgido en 2019, descubierto a partir de múltiples casos de neumonías atípicas en China asociadas al mercado de Wuhan. Los estudios sobre dicho patógeno revelaron semejanza con el SARS-CoV, causante del síndrome de dificultad respiratoria aguda severa, una afección pulmonar seria, expone Wong Chew.

Las diferencias genéticas y de comportamiento de este nuevo virus favorecen su transmisión de un humano a otro, así como una amplia gama de manifestaciones, ya que puede provocar desde infecciones asintomáticas, neumonía severa o respuesta inflamatoria sistémica, hasta falla orgánica múltiple y fallecimiento. Los individuos más susceptibles a morir por esta enfermedad son los mayores de 60 años e individuos con comorbilidades, diabetes u obesidad, problemas pulmonares crónicos, renales o cardiovasculares, e inmunocompromiso.

El 28 de febrero de 2020 se anunció el primer caso confirmado en México: un hombre que viajó a Italia. Para el 8 de marzo, cuatro días antes de que la COVID-19 fuera declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en territorio nacional se reportaban 45 casos.

“En un inicio se pensaba que podía contenerse con distanciamiento social, como se hizo en China, donde la población estuvo tres meses encerrada y sin contacto a fin de cortar cadenas de transmisión. Pero el resto del mundo es diferente y hubo muchos países que no dieron apoyos sociales y la gente tuvo que salir para trabajar, comer y subsistir”.

Al comienzo del aislamiento, en México menos del 50 por ciento de las personas se quedaron realmente en casa, señala Rosa Wong, quien agrega que para junio de 2020 la medida fue insostenible por cuestiones económicas —entre otros factores— y en cuanto la gente comenzó a moverse y a concentrarse en multitudes, los contagios se incrementaron.

En julio de 2020 se registró el primer pico de casos en el país: 50 mil 200 infectados (según datos de la OMS) y más de cinco mil muertes. A finales de ese año y principios de 2021, las defunciones alcanzaron la cifra más alta hasta la fecha: nueve mil 900 en la semana del 24 de enero.

“Entonces circulaba la variante B.1.1.519. En un análisis genómico y filogenético se detectó que no se trataba del virus original de Wuhan y que afectaba sólo a México (como no se diseminaba a otros lados, se le llamó ‘variante mexicana’). La mortalidad, ahí, rondaba el 20 por ciento”.

Conforme surgía nueva información ésta se compartía a nivel global y era analizada por especialistas de diversas geografías. La doctora Wong reconoce que esta emergencia dejó un gran aprendizaje: el trabajo en equipo. Farmacéuticas, universidades y gobiernos unieron esfuerzos para desarrollar métodos diagnósticos, tratamientos, antivirales y anticuerpos monoclonales.

“Por primera vez en la historia se desarrolló una vacuna en tiempo récord. En 10 meses Pfizer tuvo disponible la primera (de ARN mensajero), luego seguirían Moderna, AstraZeneca, Sinovac, Gamaleya y varias más. Para enero de 2021 empezó la vacunación y esto redujo la mortalidad”.

En nuestro país las campañas se dieron por bloques de edad, comenzando por el personal de salud y mayores de 60 años. Esto representó un cambio importante en el comportamiento del patógeno, pues la población empezó a generar respuesta inmune contra el virus.

La llegada de ómicron
Con la aplicación de vacunas las cifras de casos, y en especial de hospitalizaciones y muertes, disminuyeron en comparación con el primer año de la pandemia. Pese a ello, las mutaciones del SARS-CoV-2 se mantuvieron constantes.

La variante delta llegó a México en junio de 2021 y, dos meses después, su prevalencia era de 87 por ciento, según el estudio Two-year follow-up of the COVID-19 pandemic in Mexico, realizado por Rosa María Wong y otros especialistas en el Consorcio Mexicano de Vigilancia Genómica.

En la semana del 15 de agosto hubo un aumento que alcanzó los 135 mil casos y más de cinco mil fallecimientos en las semanas del 22 y 29 del mismo mes, según la OMS. En diciembre, ómicron triplicó los contagios, alcanzando los 407 mil en la semana del 16 y 23 de enero de 2022 (el pico más alto de 2020 a esa fecha). En cuanto a las defunciones, el incremento se reportó en la semana del 6 de febrero, con tres mil 900.

La investigadora añade que las mutaciones del virus implican cambios en las proteínas S, N, E, o en la polimerasa, por nombrar algunos, lo cual le confiere diversos atributos. “En ómicron era tan distinta la proteína S que todos los anticuerpos que había antes no evitaban la infección y se evadía el sistema inmunológico; además, se volvió mucho más transmisible”.

Con base en pruebas de antígeno y PCR realizadas a personas que iban a viajar, llevadas a cabo en el Centro de Diagnóstico COVID-19 (creado por la FacMed en colaboración con el Laboratorio de Investigación en Enfermedades Infecciosas, la Clínica del Viajero y Salud Digital), hallaron que, por lo menos en el pico de ómicron, 80 por ciento de quienes salían positivos eran asintomáticos e ignoraban que portaban el virus.

“De todos los que muestreamos, el 10 por ciento eran positivos, a diferencia de las olas pasadas (por ejemplo, en delta era el 4 por ciento y, antes, era el 2). Del total, ocho de cada diez no presentaban síntomas y no sabían que estaban contagiados, por eso hubo muchísimos casos”.

Entre 2022 y 2023, las variantes de ómicron (BA.4, BA.5 y XBB.1.5) se mantuvieron en circulación. A mediados de 2022 hubo un repunte de muertes, 638 en la semana del 31 de julio, mientras que en la del 17 de ese mes se reportaron 214 mil casos. Para mayo de 2023, luego de que la OMS estableciera que la COVID-19 ya no era emergencia de salud mundial, el país declaró el fin de la pandemia.

El virus en la actualidad
Durante 2024 predominó la JN.1 y KP.3, esta última y la XEC prevalecen en lo que va de 2025, a nivel nacional y global. “El virus tiene una capacidad de mutación alta, pero ya no tan frecuente como antes debido a que la cantidad de gente enferma no es la misma. Al principio se daban millones de contagios en pocos días”.

Entonces, ¿por qué sigue circulando? Porque hay quienes tienen la infección, son asintomáticos y lo transmiten; sin embargo, las vacunas y el habernos contagiado al menos en una ocasión nos ha permitido generar una mayor defensa. Según la Prevalencia de anticuerpos y vacunación contra SARS-CoV-2 en 2022 en México, el 94.4 por ciento de toda la población presenta anticuerpos anti-N y el 98.1 por ciento anti-S.

Informe Semanal de la Situación Epidemiológica de la COVID-19, influenza y otros virus respiratorios en México, correspondiente a la semana epidemiológica ocho de 2025, indica que en lo que va del año se han reportado 384 casos confirmados y ocho defunciones, cantidad muy por debajo de las registradas en años previos.

En el país, la mayor cantidad de contagios se da en poblaciones de uno a cuatro años, y de 20 a 79 años. La curva de casos ambulatorios y hospitalizados registra un mayor índice de hospitalizaciones en menores de cinco y mayores de 70 años.
La universitaria enfatiza que, pese a que los casos y la mortalidad se mantienen a la baja, es importante que las personas con mayor riesgo a desarrollar cuadros graves (mayores de 60 años, con comorbilidades e inmunocomprometidas) se pongan vacunas actualizadas anualmente.

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