*Implementarla implica nuevas prácticas sociales, formas organizativas, relaciones e interacciones basadas en la solidaridad, cooperación y ayuda mutua. *Es el tema central del número 242 de la revista El Cotidiano, que edita la Unidad Azcapotzalco de la UAM.
Nov 20, 2024| 502/UAM. La Economía Social y Solidaria no se reduce al encadenamiento de actos económicos, pues su interpelación a la descolonización obliga a pensar procesos “desde la acera de un proyecto civilizatorio”, coincidieron especialistas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), durante la presentación del número 242 de la revista El Cotidiano.
La doctora Susana García Núñez, investigadora del Departamento de Administración y autora, junto con el doctor Carlos Juan Núñez Rodríguez, director de la publicación, del artículo Apuntes para una perspectiva decolonial de la Economía Social y Solidaria. Acercamiento a la economía popular, sostuvo que esta vertiente de la economía “sólo puede existir dentro de un proyecto civilizatorio alternativo al impuesto por la modernidad y colonialidad capitalistas”.
La doctora en Estudios Sociales por la sede Iztapalapa de la UAM expuso que esta dimensión va más allá de un mero reduccionismo o de una práctica de organización para producir, distribuir, circular y consumir las mercancías, por lo que el escrito propone “descolonizarla para construirla, vivirla, interpretarla y teorizarla desde la economía popular”.
Explicó que el capitalismo del siglo XXI sufre contradicciones tales como capital/trabajo, acumulación/desposesión, individualismo/colectivo o comunitario y otra serie de valores como la competencia y la necesidad de acumular y producir infinitamente, ya que en la actualidad el consumo de mercancías es sinónimo de progreso.
Frente a ello se han construido otros valores y voces para decir que “no es así” y que el ser humano no vive sólo para consumir.
Como resultado, ahora “tenemos un proyecto incivilizatorio de desarrollo, que ha mostrado sus limitaciones para atender problemas de la humanidad como la pobreza, la desigualdad y la contaminación ambiental”.
En ese sentido es que “tenemos que pensar que hay otros modelos civilizatorios y que la economía debería ser solidaria y entendida como aquella que es del pueblo”.
Destacó lo planteado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, “que muestra un intento de ruptura con la modernidad que puede interpretarse como la praxis de la sociedad, que es lo que va a dar pauta de cómo desde ahí van a emerger nuevos discursos y prácticas sobre lo que tendría que ser un proyecto de economía”.
García Núñez consideró que la Economía Social y Solidaria exige inmediatamente ampliar su reflexión y su práctica, pues tiene como objetivo dignificar la vida y la propia existencia humana.
Si bien este modelo se opone a las prácticas y valores del liberalismo económico y del neoliberalismo, no es suficiente, ya que la experiencia muestra que si no se acaba con la modernidad y el capitalismo, entonces éstos terminarán con los pueblos de la tierra, con la vida humana y el medio ambiente.
El doctor Núñez Rodríguez, también profesor del Departamento de Administración, dijo que la Economía Social y Solidaria debe tender a la reproducción de la vida humana, al intentar responder a la pregunta de ¿cómo vamos a convivir?, lo cual implica la discusión de un proyecto civilizatorio, ya que “no se trata nada más de una salida tangencial del neoliberalismo o el capitalismo”.
La doctora Patricia Couturier Bañuelos, investigadora del Departamento de Producción Económica del campus Xochimilco y coordinadora de la Red Institucional para el Fortalecimiento de la Economía Social y Solidaria de la UAM, refirió que el hecho de pensar en un viraje hacia esta corriente implica una nueva realidad en cuanto a prácticas sociales, formas organizativas, relaciones e interacciones normadas por criterios de solidaridad, cooperación y ayuda mutua.
Todo ello cambia radicalmente el quehacer de intelectuales e investigadores, pues además plantea nuevos retos que demandan creatividad e invención de nuevas formas pedagógicas y organizativas.
La educación solidaria es un componente de esta corriente, porque educar en y para la solidaridad implica avanzar en la comprensión de los modelos asociativos, vivenciar estos valores y el desarrollo de capacidades para aprender a organizarse a partir de principios de este tipo, señaló.
El doctor Alejandro Espinosa Yáñez, investigador del Departamento de Producción Económica de la Unidad Xochimilco, resaltó que poco a poco la Universidad está propiciando la reflexión sobre estos temas, toda vez que, por citar un par de ejemplos, “antes era muy difícil que en la licenciatura de Administración se hablara de cooperativismo o fábricas recuperadas (fenómeno que ocurre en Argentina)”.
La Economía Social, de acuerdo con el economista argentino José Luis Coraggio, “produce sociedad y no sólo utilidades económicas, porque genera valores de uso para satisfacer necesidades de los mismos productores y de sus comunidades, generalmente de base territorial étnica, social o popular, y no está orientada por la ganancia y la producción de capital sin límites”.
Agregó que a pesar de que lo anterior implica discusión y problematización, es necesario situar esta reflexión en el contexto actual, en el que la explotación es lo ordinario, la dominación está presente de manera cotidiana y la anulación de la personalidad está impresa en muchas prácticas sociales de manera sistemática y como un elemento central para la dominación del capital.
Por lo tanto, “este pensar al revés significa poner a la sociedad por sobre el mercado, y esto es algo que podemos enunciar, aunque llevarlo a la práctica es algo gigante”.
Pese a esto, “el quebradero de huesos que tiene lugar en Gaza y en Ucrania, nos hace ver que estamos dando pasos hacia atrás”; por ello, es muy pertinente repensar lo social y discurrir que otra economía es posible.
La aportación que plantea la publicación “nos pone en un lugar muy importante, en otra vía de pensar, en otras formas de establecer relaciones sociales y recuperando el sentido civilizatorio”, apuntó.
En la presentación del número 242 de El Cotidiano, que edita la Unidad Azcapotzalco de la Casa abierta al tiempo desde hace 40 años, también estuvieron el doctor Jesús Ramos García, director de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de esa sede, así como la doctora Elmy Grissel Lemus Soriano, editora de la revista.