Emir Olivares y Néstor Jiménez| La Jornada |17 de septiembre de 2024 07:40. Fue un Grito con sensación de adiós. Por última ocasión, el presidente Andrés Manuel López Obrador salió al balcón, ante un Zócalo a tope, esa plaza que hizo suya por los últimos cinco lustros.
Como colofón de su mandato, su última arenga la dedicó al proyecto político que él mismo patentó: ¡Viva la Cuarta Transformación!
Fue una especie de despedida a ese pueblo que le correspondió con gritos, llantos, mensajes y el tradicional estribillo: ¡Es un honor estar con Obrador!, que se repetía una y otra vez; al igual que: ¡Sí se pudo, sí se pudo!
A las 11 en punto de la noche, como marca la tradición, el mandatario asomó al balcón central de Palacio Nacional, acompañado por su esposa, para honrar a los héroes y heroínas de la Independencia.
Miles de personas que desde temprano hicieron que la Plaza de la Constitución luciera pletórica, aguantaron incluso la pertinaz lluvia y convirtieron la noche en una verbena popular de entrega al tabasqueño.
“Dijiste que no ibas a robar nada, pero mentiste…”, se leía en uno de tantos carteles que se alzaban. La aclaración era inmediata “…te robaste millones de corazones”. Marco Antonio Coronel, de 58 años, fue el autor y quien asistió por primera vez en su vida a una ceremonia del Grito de Independencia en el Zócalo.
El júbilo se expresó en un torrente que cubrió la plancha del Zócalo. El griterío de los miles que se congregaron en este histórico sitio subió sus decibeles tan sólo al verlo posarse con el lábaro patrio y la banda presidencial en el balcón. ¡Presidente, Presidente!, retumbó en la plaza.
Vinieron los vivas para honrar a quienes nos dieron patria y libertad. Fueron 28 arengas (24 vivas y cuatro mueras). Primero un ¡viva la Independencia!, seguidos de los vivas para Hidalgo, doña Josefa, Allende, Leona Vicario, Morelos y Guerrero.
Otros fueron para las heroínas y los héroes anónimos, a la libertad, a la igualdad, a la justicia, a la democracia, a nuestra soberanía y a la fraternidad universal.
Un alto y lanzó los mueras: la corrupción, la avaricia, el racismo y la discriminación.
Siguieron vivas al amor, a los trabajadores mexicanos, que son de los mejores del mundo, a los hermanos migrantes, a los pueblos indígenas, a la grandeza cultural de México y a los mexicanos. Cerró con un ¡Viva la Cuarta Transformación!, para dar paso a tres ¡viva México!
Hizo resonar por última vez la histórica campana de Dolores, siguió el Himno Nacional y el mandatario ingresó al Palacio para entregar la bandera a la escolta.
Cumplido el protocolo, retornó al balcón para disfrutar junto con su familia; la presidenta electa, Claudia Sheinbaum; los integrantes de su gabinete e invitados especiales, el habitual espectáculo de pirotecnia.
Terminada la exhibición y ante una exaltación generalizada en la Plaza de la Constitución, el Presidente volteó a ver a Sheinbaum, quien estaba en el balcón contiguo.
La apuntó con el índice de su mano izquierda y ella respondió con la misma seña. Un nuevo gesto del pase de estafeta que se concretará el primero de octubre. El grito entre la gente cambió: ¡Presidenta, Presidenta!
En el Zócalo, la gente soportó la lluvia, cantó con los mariachis y bailó con la Banda MS.
Es el primer presidente en al menos siete décadas que encabezó su último Grito sin silbidos de desaprobación, gritos de rechazo ni mentadas.
En algún punto apareció una enorme lona con la palabra Gracias. Espontáneamente, los miles de asistentes la pasaron de una a otra mano por encima de sus cabezas hasta hacerla llegar a la parte más cercana al balcón central de Palacio Nacional.
Al final, un mensaje del mandatario se proyectó sobre las paredes superiores a todo lo largo del Palacio Nacional: Gracias, México.