Alma E. Muñoz, Iván Saldaña, Emir Olivares y César Arellano| La Jornada |02 de septiembre de 2024 07:08| Ciudad de México. ¡Gracias, gracias de corazón!, “me retiro con el orgullo y el honor de haber servido a un pueblo bueno, trabajador, inteligente, fraterno, heredero de grandes virtudes y valores de los antiguos mexicanos”, enfatizó el presidente Andrés Manuel López Obrador en su último Informe de gobierno.
En estos seis años “se hizo mucho, entre todos y desde abajo” y ahora es indispensable seguir luchando para fortalecer lo alcanzado y continuar construyendo una “patria nueva, generosa y eterna”, remarcó.
Emocionado por el cobijo que ayer tuvo en un Zócalo capitalino repleto, el mandatario resaltó que el ideario de su gobierno se sustentó en los postulados de los luchadores de la Independencia, la Reforma y la Revolución, y enalteció que siempre mantuvo comunicación con la gente.
“Nunca nos divorciamos del pueblo” y ha quedado demostrado, agregó, que se puede gobernar en beneficio de todos los mexicanos “sin aceptar recetas, modelos o agendas impuestas por organismos financieros internacionales, o por poderes hegemónicos de cualquier signo político o ideológico.
Aunque en todo el sexenio “fuimos atacados y calumniados por nuestros adversarios como pocas veces se ha visto en nuestra historia, jamás perseguimos, censuramos o reprimimos a nadie”. Por eso “es un timbre de orgullo haber podido demostrar que se puede transformar con el apoyo del pueblo, aunque se tenga en contra a poderes oligárquicos y medios de información o manipulación que en otros tiempos imponían modos de pensar y actuar en beneficio de sus intereses”.
Señaló que en su mandato quedó de manifiesto “la imperiosa necesidad de separar el poder económico del poder político y de que el gobierno represente a todas y a todos, a ricos y a pobres, a la gente del campo y de la ciudad, a creyentes y no creyentes. No hay que olvidarlo, necesitamos continuar con esa política, una auténtica democracia, no una simulación”, porque lo que quieren los oligarcas, añadió, es poder sin pueblo. ¡Al carajo con eso!, exclamó.
Frente a su sucesora, la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, –a quien en tres ocasiones lanzó porras–, integrantes de su gabinete y del próximo, gobernadores de la 4T y ciudadanos que lo han respaldado en su lucha, López Obrador destacó que en esta administración “avanzamos en la revolución de las conciencias y se sentaron las bases para consolidar la nueva política denominada humanismo mexicano, que en esencia es reconocer y atender a los de abajo, quienes permanecían olvidados y humillados”.
Sin embargo, advirtió que “aún con lo mucho que se ha logrado, todavía es notorio el atraso que padecemos por el largo y tormentoso periodo en que el gobierno estuvo en manos de oligarcas insensibles, que nunca se preocuparon por el bienestar del pueblo y sólo se dedicaron a saquear e impedir el progreso con justicia de quienes nacimos, vivimos en este paraíso llamado México”.
En su mensaje, el mandatario recordó que hace seis años inició su gobierno con algunas reformas a la Constitución, “hasta donde se pudo”, para promover leyes que permitieran frenar la “política antipopular, entreguista y corrupta que se había impuesto y legalizado por el predominio de un poder oligárquico con apariencia de democracia”.
Y tras recordar que el 5 de febrero pasado presentó un paquete de 20 iniciativas de reforma más, desde la plancha del Zócalo se escuchó un ¡nooo!, cuando mencionó que está por concluir su mandato.
“Quiero confesar aquí, desde la principal plaza pública de México, donde tantas veces nos concentramos durante nuestra lucha por la justicia y la democracia: me voy a jubilar con la conciencia tranquila y muy contento”, por haber logrado, con el apoyo de millones de mexicanos, reducir la pobreza y la desigualdad en el país. Pero también “me voy tranquilo” porque se entregará la banda presidencial a Sheinbaum Pardo.