Esta técnica ancestral permite a los Ikoots pescar sin necesidad de lanchas motorizadas, debido a la falta de recursos económicos.
Ramón Bragaña | Milenio |Oaxaca, México / 05.06.2024. Localizada a 287 kilómetros de la capital oaxaqueña, en el Istmo de Tehuantepec, se encuentra San Mateo del Mar, una comunidad integrada por indígenas Ikoots, quienes aprendieron a dominar los vientos característicos de esta zona para mantener viva la práctica de la pesca con papalote, una actividad heredada de sus ancestros.
El viento que soplaba regularmente en esta región de Oaxaca les permitía a estos indígenas obtener productos en la zona del golfo de Tehuantepec. Esta forma de pesca artesanal había sido heredada a través de muchas generaciones.
La falta de recursos impedía que los indígenas pudieran comprar lanchas con motor fuera de borda. Bonifacio, uno de los últimos indígenas Ikoots que mantenía viva esta actividad, dijo a MILENIO que la falta de recursos les había impedido, como pescadores, comprar una lancha con motor para poder salir a pescar al océano Pacífico. Por lo tanto, habían encontrado en estos papalotes la opción para mantener a sus familias.
“Al no tener dinero, tenemos que hacer que nuestro papalote vuele, aprovechamos el viento del norte cuando baja, no son muchos días al año, así que cuando podemos, tenemos que irnos a la playa”.
Con su canasto en la espalda, Bonifacio camina unos cinco kilómetros, teniendo que pasar una laguna donde el agua le llegaba hasta la cintura. Ya en la playa, extendía el trasmallo, que era la red que iría amarrada con un nudo especial al papalote.
Este, con un jalón de él, se soltaba y dejaba la red unos 200 metros mar adentro.
“Ya vamos a levantar el papalote, vamos dejar que el viento se lo lleve, tenemos que hacer que el viento se lo lleve más allá de donde rompen las olas”, con la ayuda de sus nietos, la red va avanzando poco a poco hasta llegar a una distancia, que de acuerdo a su experiencia, es donde están los cardúmenes de peces.
Para el historiador zapoteca Gubidxha Guerrero, los Ikoots tenían una forma única, al menos en nuestro país, que les permitía no sólo conseguir el alimento diario, sino también comercializar los productos para sacar adelante a sus familias.
“Curiosamente los Ikoots tienen una técnica de pesca única, por lo menos en México, que consiste en vincular esto, el soplo vital, digamos el norte, el viento, con su actividad productiva que es la pesca, ellos idearon la manera de pescar con unos papalotes muy grandes, papalotes grandes, papalotes gigantes, que lanzan al mar vivo, ellos pescan en el mar muerto con canoas y pescan en el mar muerto incluso, llegando a sus profundidades, en el mar vivo con estos papalotes».
Una vez pasado el tiempo, jalaban la red hacia la orilla. Es ahí cuando la pesca comenzaba a dar frutos. Decenas de peces quedaban atrapados y ya en la orilla, uno a uno, iban colocando lo pescado en una canasta artesanal. Después lo llevaban a su casa, donde tomaban un poco para comer y el resto lo vendían.
A pesar del tiempo y la modernidad, esta comunidad indígena Ikoots se mantenía como los guardianes de esta tradición de pesca con papalote, tradición que, de acuerdo a sus leyendas, fue enseñada por hombres que llegaron del mar.