La vida después del orgasmo: ¿Qué le sucede al cuerpo y a la mente después de alcanzar el clímax?

Segregamos hormonas como la oxitocina, la melatonina y las endorfinas que influyen significativamente en nuestro bienestar emocional.

LUCÍA FRANCO|FIORDALISO (GETTY IMAGES) |3 JUNIO DE 2024. La presión arterial aumenta, el ritmo cardíaco aumenta, la respiración se vuelve más rápida y, finalmente, el cuerpo libera la tensión acumulada. Así es como se produce un orgasmo. «Algunos lo describen como una explosión de placer, pero cada cuerpo puede vivirlo de una manera diferente», dice Ana García, psicóloga sexual especializada en terapia de pareja y terapia sexual con consulta en Madrid. Para García, la experiencia es totalmente subjetiva y depende tanto de factores físicos como psicológicos. «Estos pueden ir desde la estimulación física, las emociones, las circunstancias de cada persona y los factores ambientales», dice.

Silvia Cintrano, sexóloga y psicóloga especializada en terapia de pareja en el Instituto Centta de Madrid, asegura que a nivel físico un orgasmo es siempre el mismo: un reflejo involuntario que se produce cuando el cuerpo entiende que tiene que liberar toda la tensión sexual acumulada. Sin embargo, este reflejo puede desencadenarse de múltiples maneras.

«En las mujeres suele ir acompañado de contracciones musculares en el útero, la vagina y el recto, y a veces en otras partes del cuerpo. Además, puede producirse en mayor o menor grado la poco conocida eyaculación femenina, que no es más que un líquido transparente compuesto por diferentes sustancias como antígenos prostáticos, enzimas, glucosa y fructosa secretadas por las glándulas de Skene. En los hombres, la contracción se produce en el pene, la uretra y el esfínter, y tienden a eyacular».

La sensación de liberación brusca se acompaña en las mujeres de entre tres y 15 espasmos musculares en los genitales, espaciados cada 0,8 segundos. En los hombres, esta liberación suele ir acompañada de eyaculación, no en forma de flujo constante, sino impulsada por entre tres y ocho «ráfagas» llamadas sacudidas, dice el experto. Generalmente, el orgasmo masculino dura un máximo de 10 segundos y el orgasmo femenino puede durar unos segundos más. Una vez que esto sucede, pasamos a la llamada fase de resolución. «En este punto, todo el cuerpo vuelve a la fase inicial de reposo: vuelve el ritmo respiratorio y cardíaco habitual y se restablece la presión arterial».

Dado que los cambios que se han producido generan desgaste en el cuerpo, en la fase de resolución el cuerpo se relaja. «Se considera que la fase de resolución puede durar entre cinco minutos y una hora, hasta que todo vuelva al estado inicial de reposo. Esta fase suele ser más larga en las mujeres que en los hombres», dice Cintrano. En este momento, se libera una hormona llamada prolactina, que a menudo actúa como un inhibidor de la respuesta sexual. «Esto sucede especialmente en los hombres, que necesitan un período refractario en el que necesitan descansar. En las mujeres, este periodo es mucho más corto, ya que pueden ser multiorgásmicas, por lo que a veces todavía existe esa necesidad de continuar con la práctica sexual», afirma el psicólogo, sexólogo y director de Psicopartner, Ángel Luis Guillén.

Durante el orgasmo también se liberan otras hormonas como la oxitocina, que es la hormona que nos ayuda a establecer un vínculo emocional con nuestra pareja a la vez que inhibe la producción de la hormona del estrés. También se libera melatonina, la hormona encargada de regular el reloj del cuerpo, lo que favorece la calidad del sueño y lo mejora. Además, durante el orgasmo también segregamos endorfinas, que son las que generan sensaciones de bienestar y felicidad, explica Guillén.

¿Qué sucede después de un orgasmo en nuestro cerebro?
A nivel psicológico, «el orgasmo genera un cierto estado alterado de conciencia», explica Megwyn White, sexóloga certificada y directora de educación de Satisfyer, quien asegura que en ambos sexos el clímax desencadena una respuesta bioeléctrica de sustancias químicas del placer que se liberan en el cerebro. Los estudios no han podido demostrar ningún cambio significativo entre los sexos en la forma en que se experimenta el orgasmo en el cerebro. El principal fenómeno que se observa comienza primero con un oscurecimiento de la corteza prefrontal, la parte pensante, que nos permite dejarnos llevar y hacer desaparecer los impulsos inhibitorios.

Para la sexóloga Florencia Arriola, las emociones juegan un papel clave. «Es común que muchas personas lloren, rían, estornuden o incluso se sientan rechazadas por la persona con la que acaban de tener un encuentro después del orgasmo. Es un momento de liberación, una respuesta total del cuerpo que también puede traducirse en una necesidad de abrazos y mimos».

Bruno Martínez Santiago, profesor de sexología en la Universidad de Alcalá en España, dice que las propias experiencias de las personas influyen en gran medida en que alcanzan o no los orgasmos. «Esto está mediado por la historia de cada persona. Aquí no hay diferencias por sexo, sino por nuestro propio comportamiento según las experiencias que hemos vivido a lo largo de los años». Un estudio encontró que una posible barrera para que las mujeres alcancen el orgasmo podría ser el hecho de que parecen priorizar el orgasmo de su pareja sobre el suyo.

Además, si el proceso de aprendizaje sobre la propia sexualidad ha sido adecuado, sin culpas ni sentimientos negativos, se vivirá de forma positiva y generalmente placentera. «Si no ha sido así, se producirán sentimientos de culpa y rechazo, que dejarán una sensación desagradable sobre tu experiencia», dice la sexóloga. «Tenemos un problema cultural: creemos que todo orgasmo tiene que ser genial o de lo contrario no es un orgasmo. Pero tt no siempre tiene que ser esa experiencia maravillosa que nos han vendido», añade.

Una cuestión de salud cardiovascular
Sin duda, los orgasmos tienen muchos beneficios para la salud. «Cuando experimentas un orgasmo, la presión arterial aumenta y el cuerpo libera varias hormonas: adrenalina, endorfinas y oxitocina en el caso de las mujeres. Estas sustancias actúan en nuestro organismo como vasodilatadores, permitiendo una mejor circulación sanguínea y previniendo así la formación de coágulos. Mejorar la circulación ayuda a mantener una mejor salud cardiovascular», afirma el Dr. Manuel Anguita, portavoz de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), quien afirma que tener un orgasmo equivale a quemar 95 calorías.

Según un estudio publicado en The American Journal of Cardiology, los hombres que tenían relaciones sexuales dos veces por semana tenían hasta un 50% menos de probabilidades de sufrir un ataque cardíaco que los que tenían relaciones sexuales una vez al mes.

Todo ser humano tiene el potencial de desencadenar un orgasmo. «Lo que pasa es que no todo el mundo se ha tomado el tiempo de conocerse a sí mismo, de explorar sus zonas erógenas, de averiguar qué prácticas le gustan más, y acaba delegando la responsabilidad de su placer en su pareja sexual», apunta Cintrano. Según un estudio de 2016, entre el 10% y el 14% de las mujeres no pueden alcanzar un orgasmo en toda su vida.

Dado que los orgasmos se experimentan en el cerebro, no siempre necesitamos el sentido del tacto para experimentarlos. Megwyn White explica: «También podemos experimentar orgasmos a través de nuestra imaginación y nuestra mente. Se estima que alrededor del 10% de la población es capaz de hacerlo», explica este experto. También es un hecho documentado que puedes alcanzar un orgasmo en tus sueños.

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