«Dina asesina», claman miles en la ‘toma de Lima’; la policía los reprime

07:15 Carlos Noriega / Página / La jornada /Lima. “Dina asesina, el pueblo te repudia”, coreaba una bulliciosa multitud que ayer se manifestó por las calles de Lima. La consigna se escuchó en distintas ciudades del país. Con banderas peruanas –varias con el color negro remplazando las franjas rojas en señal de duelo por las víctimas de la represión–, miles de personas tomaron las calles del centro de la capital. La jornada de protesta comenzó alrededor del mediodía y se prolongó hasta la noche. La policía, que tomó el centro de la ciudad, reprimió la protesta. Hubo enfrentamientos entre elementos de seguridad y manifestantes, que continuaban al cierre de esta edición.

En medio de esos choques, en la noche se desató un gran incendio en un viejo inmueble del Centro Histórico, cerca de la Plaza San Martín, nudo de la movilización. Las llamas se alzaban varios metros, el humo comenzaba a cubrir la zona. Los vecinos del lugar tuvieron que evacuar sólo con las pertenencias entre sus brazos. Había desesperación. No se ha informó aún la causa del incendio.

Muchos manifestantes aymaras llegados desde la altiplánica región de Puno agitaban la bandera wipala de los pueblos originarios, levantaban carteles y coreaban consignas exigiendo la renuncia a la presidencia de Dina Boluarte, además de elecciones para este año, repudio al Congreso controlado por la derecha, la exigencia de integrar una Asamblea Constituyente y sanción a los culpables por los muertos de la represión. Otros inconformes exigían también la libertad del destituido presidente Pedro Castillo.

Una lenta matanza popular

En medio de las multitudinarias protestas antigubernamentales en la mayor parte del país, tres muertes más se sumaron a la negra lista de la represión: en la provincia de Macusani, en la región de Puno, la campesina Sonia Aguilar falleció el miércoles de un balazo en la cabeza, disparado por la policía. Hubo varios heridos fatales, uno de ellos, Salomón Valenzuela, que recibió un impacto de bala en el tórax y perdió la vida este jueves.

Falleció otro hombre de 30 años por arma de fuego y 18 más resultaron heridos en Arequipa durante un enfrentamiento entre manifestantes y las fuerzas del orden en el puente Añashuayco, cerca del aeropuerto Alfredo Rodríguez Ballón, que suspendió vuelos, al igual que la terminal aérea Alejando Velasco Astete de Cusco; en el puerto de aviación Inca Manco Capac de Puno, siete civiles y dos policías resultaron heridos, informaron autoridades de aeronáutica civil, señaló RPP en su portal.

Ya suman más de medio centenar los fallecidos a manos de las fuerzas de seguridad, de los cuales 44 han perdido la vida por disparos. El gobierno y la derecha parlamentaria y mediática respaldan a los elementos castrenses y agentes de reacción rápida denunciados por disparar contra manifestantes y criminalizan a quienes se movilizan exigiendo la renuncia de Boluarte, acusándolos de “violentistas” y “terroristas”.

Anoche, mientras las confrontaciones físicas entre oficiales y civiles en el centro de Lima continuaban, y ya se conocía de un muerto en Arequipa, la presidenta Boluarte dio un mensaje en el que calificó el comportamiento de la policía de “inmaculado”. Habló de “protestas violentas” y acusó a los ciudadanos de querer “generar caos y desorden para tomar el poder” y de buscar “quebrar el estado de derecho”. Al dirigirse a los reclamantes les dijo que en lugar de “trabajar para llevar el sustento a su casa se dedican a sembrar el caos”, y los llamó al buen diálogo: “A los que protestan, ¿quién los financia?, ¿en sus protestas no hay agenda? Ustedes quieren quebrar el estado de derecho y tomar el poder de la nación”, acusó y proclamó: “la situación está controlada”.

En referencia a las acciones de repudio contra su gobierno, señaló, en tono amenazante: “los actos de violencia generados en diciembre y enero no quedarán impunes”. Pero no dijo una palabra sobre los muertos por disparos de las fuerzas armadas, a las que volvió a respaldar, ni de las demandas de llevar a la justicia a los perpetradores de los decesos. Sobre esa letal violencia oficial, que ha cobrado vidas y ha indignado a la población en lucha social no habló de sanción. Una confirmación de que el gobierno apuesta a la impunidad de las fuerzas de seguridad.

Las movilizaciones de este jueves en la capital, las principales ciudades del país y provincias, se realizaron durante una jornada de paro nacional convocado por la Central General de Trabajadores del Perú (CGTP) –la principal central sindical del país– y organizaciones sociales. Y continúan los bloqueos de carreteras.

Marcha de los Cuatro Suyos

La jornada tuvo como eje una gran marcha en Lima, que está bajo estado de emergencia y amaneció ayer con las principales plazas y calles del centro de la ciudad cercadas por contingentes policiales. El palacio de gobierno y el Congreso fueron rodeados por elementos antimotines y tanquetas. Según información oficial, las autoridades destacamentaron 11 mil policías en la ciudad para seguir la marcha de protesta, quienes lanzaron bombas lacrimógenas contra los manifestantes.

Los choques entre policías y manifestantes se repitieron durante toda la jornada y se intensificaron en la noche. La fuerza pública lanzaba bombas lacrimógenas y grupos de inconformes respondían arrojando piedras, botellas y adoquines que desprendieron de las veredas.

A la capital llegaron miles de pobladores desde distintas regiones –en especial andinas– para concentrarse en una masiva movilización en el centro político y económico del país con una marcha llamada La toma de Lima. Los activistas han bautizado la protesta la “Marcha de los Cuatro Suyos”, en referencia a los puntos cardinales del imperio inca (1200-1533). Es el mismo nombre de otra movilización masiva en el año 2000, cuando miles de peruanos salieron a las calles para protestar contra el gobierno autocrático de Alberto Fujimori, quien dimitió meses después desde Japón.

Viajaron durante días en caravanas de camiones y autobuses con multitudinarias despedidas en su lugar de origen. En los pueblos por los que iban pasando eran recibidos con aplausos, porras y donaciones de agua, frutas y alimentos.

Los pobladores que llegaron a la capital desde el interior del país salieron a las calles desde el mediodía de este jueves. Se alojaron en dos universidades, locales de organizaciones sociales y casas de familiares y se dirigieron caminando hacia el centro de la ciudad, juntándose en el camino. Después, se sumaron pobladores de Lima. Hacia el final de la tarde la movilización era multitudinaria. No hubo una dirección unificada, dispersando un poco la multitud.

“Dina Balearte”

En una banderola se leía “Dina Boluarte asesina renuncia. Elecciones este año”. En otra, “Cierre del Congreso corrupto”. Una mujer llevaba un cartelón con la foto de la presidenta con la inscripción “DiNazi” y en otro: “Dina Balearte”. Mientras caminaban por el centro de la ciudad, bajo la amenazante mirada de un gran número de policías, la multitud coreaba “Perú, te quiero, por eso te defiendo”.

“No habrá democracia, no habrá paz, si la señora Boluarte no escucha al pueblo que exige su renuncia”, declaró a Página/12 el secretario general de la CGTP, Gerónimo López. Todos los manifestantes consultados coincidieron en que además de Boluarte, tiene que renunciar el titular del Congreso, a quien, en caso de que dimita la presidenta, le tocaría remplazarla: es el ultraderechista general en retiro José Williams, acusado de violaciones a los derechos humanos contra campesinos en los años 80, una figura inaceptable para las multitudes que se movilizan en el país. “La lucha seguirá si renuncia Boluarte y Williams se quiere quedar. Él también tiene que irse”, dicen en coro los manifestantes.

Un diálogo a los tiros no es posible

Boluarte ha propuesto un diálogo con quienes llegaron a Lima para exigir su renuncia, pero al mismo tiempo dijo que sus demandas son “inviables” y los ha acusado de “querer quebrantar la institucionalidad del país”. Leonela Labra, estudiante de historia y presidenta de la Federación de Estudiantes del Cusco, le responde: “Desde el primer día de su gobierno nos ha criminalizado, ha asesinado a nuestros compañeros que han salido en su justo derecho a manifestarse en contra de este gobierno. ¿Cómo la señora Boluarte dice querer dialogar, cuando están apuntándole con un arma a nuestros compañeros, cómo se puede llamar a un diálogo cuando ponen un arma sobre nuestras cabezas? En esas condiciones no se puede dialogar con este gobierno”.

El llamado a una Asamblea Constituyente es otra exigencia que se escucha con fuerza en las calles. “Tiene que haber referéndum para que el pueblo decida si quiere o no una Asamblea Constituyente. Porque los congresistas se oponen a esa salida democrática”, señala Leonela. Una reciente encuesta indica que 69 de cada 100 respaldan una Asamblea Constituyente.

De Cusco a Lima

La abogada Florencia Fernández también llegó desde Cusco para protestar en Lima. “Venimos de una ciudad histórica donde consideramos que el grito libertario del caudillo indígena Túpac Amaru no ha concluido. A la presidenta le dicen ‘Balearte’ porque usa las balas antes que la palabra. Ella dice que es la primera mujer presidenta del Perú, nosotras le decimos que ella no es un orgullo para las mujeres porque ha matado a nuestros hijos”. Hace una pausa y agrega: “Que sepa la prensa internacional que mi patria está al borde de una guerra civil por esta clase política que lo único que ha hecho es destrozar la democracia”.

Eugenio Allcca es un agricultor de Apurímac, la tierra de Dina Boluarte. “Ella es una asesina, tiene las manos manchadas con la sangre de más de 50 peruanos, no nos representa, es una vergüenza para los de Apurímac”, dice con una indignación que se hace más notoria cuando responde sobre las acusaciones de terroristas del gobierno contra los manifestantes.

“Nos tildan de terroristas, narcotraficantes, nos dicen campesinos ignorantes, somos el pueblo que está luchando para reclamar sus derechos. Aquí no hay terroristas, el verdadero terrorismo está en el Estado. Hay que seguir la lucha con fuerza, no hay que tener miedo.”

En opinión de Svetia Fernández, de la Asamblea Regional de los Pueblos de Tacna, región fronteriza con Chile, lo que se está viviendo en Perú “es un momento histórico, un hito para la lucha popular de nuestro país, donde las clases más oprimidas, que han sido relegadas durante muchos años, se manifiestan después de todos los atropellos que se han cometido a lo largo de la historia”.

La profesora Olga Mamani, quien viajó sola, con sus propios medios, a la marcha desde la sureña región de Moquegua, dice que “la muerte de nuestros compatriotas nos ha causado un dolor intenso que ha hecho que nos movilicemos. Queremos paz con justicia. Este es un momento histórico que tiene que ser de triunfo”.

Estas son las voces que protestan, las voces que los grandes medios peruanos, donde desfilan políticos, analistas y ex militares que criminalizan la protesta y piden más represión, ocultan. Un manifestante grita: “El ‘terruqueo’ (acusaciones falsas de terrorismo) no nos va a detener”. Otro lo sigue: “El pueblo somos la mayoría y la mayoría va a ganar”.

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