Sandra Delgado|Foto: Juan Antonio López| Gaceta UNAM |Oct 27, 2022.
El festejo del Día de Muertos es una de las celebraciones más esperadas por los mexicanos, sobre todo por la colocación de las ofrendas para difuntos, que se caracterizan por los colores, olores y hasta los sabores nacionales.
Sin embargo, esta costumbre de poner altares de muertos como la conocemos actualmente no existía en el México prehispánico; sino que más bien eran ofrendas dedicadas a los dioses, como Tláloc, Huitzilopochtli, Mictlantecuhtli o Tezcatlipoca.
“El culto a los muertos viene desde épocas prehispánicas, porque se hacían rituales a lo largo del año. La idea de ofrendar a los muertos en las culturas indígenas se asocia con la época agrícola para que ayuden a los hombres a tener buenas cosechas; eran ciclos que comenzaban con la siembra, luego la cosecha, la recolección y la época de secas; era como un ciclo de vida y muerte a lo largo del año”, afirmó Diana Martínez Yrizar, académica del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.
Agregó que en las excavaciones se han encontrado dentro de las tumbas de los señores nobles piedras preciosas, artefactos, sirvientes y hasta perros, quienes ayudaban a cruzar al difunto por un río para llegar al lugar que le correspondía habitar, por la forma en que había fallecido.
“Ofrendar en los días de los fieles difuntos viene de la tradición española y se introduce a México con la religión católica, en la Conquista. En España les rezaban porque se creía que sus almas pedían permiso para venir en días especiales, entre los meses de septiembre y noviembre, para luego irse de nuevo”, sostuvo Ana Bella Pérez Castro, directora del IIA de esta casa de estudios.
Para recibir a los fieles difuntos, dijo, los españoles colocaban pequeños altares con pan de trigo, veladoras y lámparas de aceite para iluminar su camino, así como sal y agua para quitarles la sed durante su trayecto a casa.
“La idea de que los muertos están presentes en la vida de los vivos fue algo en lo que ambas culturas, indígenas y españoles, coincidieron. Por ello, los conquistadores buscaron que tanto las fechas religiosas de los fieles difuntos como los días de culto a la muerte de los indígenas encajaran”, enfatizó.
En la época colonial las personas enterraban a sus muertos dentro de las iglesias o en los atrios: quienes estaban más cerca del altar era porque tenían mayor poder adquisitivo. Sin embargo, por cuestiones sanitarias se crearon los panteones, donde los indígenas ya podían sepultar a sus difuntos y cuando llegaba el momento, adornar sus tumbas, señaló.
Al documentar esta tradición de Día de Muertos en el pasado, no se sabe con seguridad cuándo fue que las familias mexicanas colocaron las ofrendas dentro de sus hogares, poniendo imágenes de santos en un primer nivel, en el segundo las fotos de sus familiares fallecidos y en uno tercero, alimentos que les gustaban en vida, precisó Pérez Castro.
“A los niños se les ponía, y aún se les ponen, dulces y alimentos sin picante; a los adultos, productos hechos de maíz como atoles y tamales, mole con guajolote, pan de difunto, pulque, agua, sal, veladoras y pétalos de flores de cempasúchil… Todo adornado con papel picado”, expuso.
Sin embargo, refirió la universitaria, hoy en día, en las ofrendas se pueden encontrar cervezas, tequila, mezcal, refrescos, café o chocolate; pero también alimentos que ya pertenecen a la dieta actual de la gente, como sopas instantáneas, frituras, mazapanes, chocolates y tamarindos, entre otros más.
Diversas formas de recordarlos
“Todos los Estados que conforman lo que llamamos en Arqueología ‘Mesoamérica’ es donde hay mayor presencia de celebraciones a los difuntos e incluso existen elementos en común para adornar las ofrendas o las tumbas, como la flor de cempasúchil, aunque cada lugar tiene sus particularidades en comida, bebidas u otros recursos”, externó Martínez Yrizar.
Michoacán es uno de los estados en los que más se aprecia la tradición del Día de Muertos, ya que la gente convive con sus difuntos en los panteones, adornan sus tumbas, comen y duermen ahí. En sitios de Oaxaca la gente coloca en los altares cañas de azúcar para dar forma a un arco triunfal y, con ello, darle la bienvenida a las almas; en Guerrero, hay lugares que amenizan la visita con música tradicional, mencionó.
“Hoy se habla mucho de la influencia que tiene el Halloween en nuestras tradiciones, pero es una forma de integrar también elementos de otra cultura. Con la migración las culturas son dinámicas; por ejemplo, la gente que va de aquí para Estados Unidos lleva sus costumbres y tradiciones, de tal manera que en el país vecino ya hay presencia de la celebración de Día de Muertos”, indicó Ana Bella Pérez.
Las investigadoras coincidieron en que la muerte debe verse en un sentido dinámico, en el que se involucran creencias y tradiciones que son resignificadas e incorporadas a las distintas culturas, y por ello es que existen distintas maneras de celebrar a los difuntos; pero en México, el Día de Muertos da identidad y pertenencia a sus habitantes.