El conocimiento es definitivamente nuestra mejor arma para liberarnos del azote de esta enfermedad: Leticia Rocha Zavaleta, de Biomédicas.
Mirtha Hernández |Ilustración: Andrés Otero| Gaceta UNAM | Oct 17, 2022. En México cada día mueren 21 mujeres por cáncer de mama y si se mantiene esta tendencia, para el año 2040 podría aumentar a 36 defunciones al día, de acuerdo con proyecciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirma Leticia Rocha Zavaleta, del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO).
Ese tipo de tumores representa la principal causa de muerte de las mexicanas mayores de 30 años. En 2020 se detectaron 29 mil casos y se registraron siete mil 900 fallecimientos, de ellos únicamente 58 fueron de varones, agrega la especialista, quien señala que dichas cifras muestran la importancia del género en este padecimiento.
Las estadísticas también reflejan que cuando las mujeres llegan al oncólogo ya tienen un tumor avanzado y la respuesta a los tratamientos es mucho menor. Además, revelan que estamos lejos de poder cubrir a la población objetivo de realizarse los estudios de detección como las mastografías.
Las predicciones de la OMS acerca de cómo cambiarían las cifras de los nuevos casos detectados son de miedo, resalta la integrante del Departamento de Biología Molecular y Biotecnología del IIBO y se basan en la facilidad que la población tiene para acceder a los métodos diagnósticos.
“Si nuestra tendencia continuara como hasta hoy, para el año 2025 tendríamos 34 mil casos de este cáncer; para 2030, 37 mil, y en 2040, 45 mil casos. En cuanto a defunciones, tendríamos nueve mil para 2025; para 2030 incrementarían a 10 mil 500, y para 2040 a 13 mil 500 decesos”, destaca con motivo del Día Internacional de Lucha contra el Cáncer de Mama, que se conmemora el 19 de octubre.
Por lo anterior, la experta llama a que las campañas para hacerse los exámenes diagnósticos no se limiten sólo al mes de la lucha contra este tipo de cáncer. “Es responsabilidad de los sistemas de salud y de educación insistir, a lo largo de todo el año, en que se hagan estas pruebas”, recalca.
Métodos de prevención
La especialista en cáncer explica que la norma establece que las mujeres mayores de 40 años tienen que realizarse una mastografía al año. En las de más de 50 años dicho estudio es complementado con un ultrasonido mamario, a fin de detectar pequeños crecimientos, incluso en áreas en las que el mastógrafo no puede hacerlo, debido a la densidad de la glándula.
Antes de los 40 años, señala, no es recomendable realizar estas pruebas ya que se utilizan radiaciones a las que no deben exponerse mujeres más jóvenes.
Sin embargo, remarca Rocha Zavaleta, la inspección manual resulta ser lo indicado para las mujeres de todas las edades. Tienen que hacerlo de forma manual con el propósito de detectar signos de alerta, como presencia de bolitas, cualquier crecimiento anormal endurecido, endurecimiento o hundimiento del pezón, enrojecimiento de la piel, comezón e incluso, cambios en su coloración.
“Todas estas son señales de alarma para acudir al médico, y dependiendo de la edad y de la densidad de la glándula mamaria se indicará un ultrasonido o bien una mastografía, si así se requiere”, expone la universitaria.
La autoexploración tiene que hacerse con cierta frecuencia, por ejemplo, una vez a la semana, el día que la mujer tenga más tiempo, que esté relajada en su casa, sugiere la investigadora.
El objetivo es detectar este cáncer lo más temprano posible, a fin de tener mayor probabilidad de responder adecuadamente a los tratamientos y curarse.
Desafortunadamente, insiste la experta, todavía muchas mujeres en nuestro país no acceden a los estudios por la lejanía de los hospitales que cuentan con mastógrafos o ultrasonidos; por su condición socioeconómica y la dificultad de acceder a las pruebas de manera gratuita.
“Hasta el momento, por desgracia, no hemos podido desarrollar un ensayo en el que, con una gota de sangre o una muestra de orina, pudiéramos detectar el cáncer”, añade la científica.
Padecimiento multifactorial
Rocha Zavaleta explica que hay pocos tipos de cáncer cuya causa puede atribuirse a un solo factor, pero no es el caso del de mama, pues esta es una neoplasia multifactorial. El factor de riesgo más frecuente es tener más de 50 años, seguido del factor genético, es decir, haber tenido en la familia casos de cáncer de mama o de ovario.
“El cáncer hereditario que puede generar tumor en la glándula mamaria, también lo puede hacer en el ovario, entonces hay que tener mucho cuidado cuando hay historia familiar de estos dos. La probabilidad de que la generación presente y la futura lo padezca es muy alta; por lo tanto, siempre se le debe hacer conocer a nuestros médicos”, subraya la investigadora.
El tercero factor de riesgo es la exposición a las hormonas femeninas llamadas estrógenos y esta es la razón por la que las mujeres padecen más estos tumores que los hombres.
Así, las mujeres que empezaron a menstruar antes de los 12 años y aquellas cuya menopausia se presentó después de los 50 años, quienes los han tomado como reemplazo hormonal por más de un año y quienes los han usado como anticonceptivos orales por más de cinco años tienen más riesgo de desarrollar cáncer de mama.
De igual forma, las mujeres que no han tenido hijos, pues su exposición a los estrógenos es continua. “Cuando tenemos un hijo la producción de éstos se detiene; mientras lo amamantamos bajan los niveles, pero quienes nunca tuvieron hijos han estado, podríamos decir, en exposición ininterrumpida”, asegura.
Además, hay factores externos relacionados con el estilo de vida, que favorecen este padecimiento, como el sobrepeso. La Organización Mundial de la Salud ha demostrado fehacientemente que se pueden explicar más de 40 por ciento de casos de cáncer de mama en mujeres mayores de 50 años –que ya están en la menopausia– por obesidad.
“En ese grupo de edad es sumamente riesgoso tener obesidad”, remarca la universitaria al tiempo que apunta como otro factor de riesgo el consumo exagerado de alcohol, en cualquier edad.
“Todas las mujeres estamos en riesgo. El no desarrollar la afección, encontrarla en un tiempo adecuado o curarla depende de nosotras. El conocimiento es definitivamente nuestra principal herramienta, nuestra mejor arma para liberarnos del azote de esta enfermedad”, finaliza.