Involución en Morena // Oportunismo y trampas // Movilizaciones incentivadas // Corregir, sin simulación
Julio Hernández López| Foto Roberto García Ortiz| La Jornada. Es una operación de rediseño político-electoral profundo. Con la vista puesta en 2024, el partido en el poder decidió entregar buena parte del control de sus estructuras regionales a grupos de poder tradicional que convirtieron las convenciones distritales de sábado y domingo en espectáculo confirmatorio de que el partido Morena, como esperanza de regeneración nacional, ha sido inoculado en sentido involutivo por fuerzas a las que decía combatir, en aras de una aparatosa movilización y afiliación (mucho, al estilo del periodo clásico del peor priísmo) que debería revisarse con genuino sentido crítico y correctivo.
Lo sucedido no es un accidente ni debe ser adjudicado a la siempre oportuna retórica de los infiltrados o los provocadores, que seguramente hubo pero no de manera determinante ni impropia, pues estas convenciones distritales fueron predeterminadas por la voluntaria apertura de puertas a quien quisiera, con sólo expresar a último minuto el deseo de asumirse como morenista (un regalo a caciques y manipuladores, para ejercer acarreo, compra de voto, pase de lista, tacos de boletas y demás tecnología aplicable); sin propósito deliberativo ni analítico, mero ejercicio descarnado del voto instantáneo (eso sí: no todo clientelar); sin padrón oficial ni medidas básicas de seguridad electoral y con la previamente muy denunciada recurrencia a los vicios clásicos del priísmo reinjertado, el perredismo subsistente (Barbosa, en Puebla, un ejemplo sin pierde) y el Verde osmótico (en San Luis Potosí, se metamorfoseó y engulló a Morena).
En realidad, Mario Delgado llevó en estos días a escala nacional y multitudinaria la tendencia que como operador ha mantenido durante su indefendible gestión (a la que llegó de manera ilegítima, por decisión judicial y no de las bases): la entrega de candidaturas y cargos directivos, en muchos casos, a nuevos aliados chapulines, definibles por poderío económico, capacidad de movilización y oportunista y contradictoria decisión de volverse progresistas u obradoristas.
El corporativismo asistencial y la bienvenida a la escandalosa movilización incentivada deberían mover a crítica seria a los genuinos seguidores de Morena y la llamada Cuarta Transformación. No son prendas de la izquierda auténtica las exhibidas en los lugares donde hubo desfile de harapos ideológicos. Las plazas llenas y las largas filas de votantes no corresponden en su totalidad a una evolución natural de la voluntad participativa, sino a un banderazo de salida a los inversionistas expertos en esas prácticas efectistas.
Tampoco es adecuado pretender la justificación gimnástica de lo acontecido, parapetándose tras la valiosa y encomiable participación de ciudadanos auténticamente comprometidos con su causa, ejercitantes de honestidad cívica, o tratar de abatir la crítica y la autocrítica con el argumento de posposición eterna de que se favorece a los adversarios.
En términos cuantitativos, Morena se cargó ayer de afiliados y su padrón y operadores constituyen una advertencia clara a los opositores de que 2024 tendrá una importante fuerza movilizada. Ello, a cambio de comprometer la estructuración de sus directivas (distritales, municipales, estatales y parte de la nacional) y pignorar la asignación futura de candidaturas a integrar el poder nacional.
Es decir, los distritos electorales son el primer escalón de la nueva conformación directiva morenista, que pesará, con todos sus compromisos e intereses grupales, a la hora de postular a aspirantes a cargos de elección, con lo cual la construcción del poder a partir de 2024 estará condicionada por factores ahora aceptados y validados.
Los opositores a la 4T, desde luego, se regocijan y reproducen al por mayor las escenas violentas y las muestras de fraudulencia electoral interna. La historia de PRI y PRD no les da autoridad higienizante, sino todo lo contrario, y en Acción Nacional también se ha vivido una degradación en las prácticas internas. ¡Hasta mañana!
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