08:48 Fernando Camacho Servín | Foto cortesía de Doraly Velasco León|La Jornada |Ciudad de México. Con menos de 20 hablantes en todo México –la mayoría de ellos de edad avanzada–, la lengua del pueblo indígena tohono o’otham está en grave riesgo de desaparecer, por lo que la profesora y líder tradicional Doraly Velasco León se encuentra desarrollando una app para rescatar el idioma de sus antepasados y así tratar de salvarlo de la extinción total.
“La lengua o’otham –palabra que significa ‘gente del desierto’– está en riesgo, esa es la realidad. En mi comunidad, que se llama Quitovac, ya no hay hablantes. No estoy segura de los números, pero debe haber 14 o 15, máximo, en todo el país”, advirtió la docente en entrevista con La Jornada.
Un pie en cada lado de la frontera
El territorio de esta etnia quedó escindido por la frontera entre México y Estados Unidos tras la firma del Tratado Gadsen, en 1854, por lo que del lado sur de la línea divisoria este pueblo originario se asienta en diversas comunidades desérticas del estado de Sonora, aunque también hay algunas familias en Baja California, Veracruz, Durango y Tamaulipas.
Del lado norte de la frontera — donde el nombre de la lengua se escribe con D: o’odham–, los miembros de este pueblo originario habitan en varias reservas del estado de Arizona, como las de Gila Bend y San Xavier.
El idioma de esta nación indígena binacional forma parte de la rama lingüística yuto-azteca, y una de las probables razones de su declive, consideró Velasco, es la discriminación que padecen los o’otham y otros pueblos originarios, lo cual llevó a muchas familias a ya no enseñarle la lengua a sus hijos.
“Desde tiempos remotos se nos prohibía hablar la lengua y que se la enseñaran a los niños. Mi papá era hablante y en mi casa se comunicaba así con mi mamá, pero ellos no me la enseñaron a mí ni a mis hermanos. Él nos decía: ‘en la escuela les enseñan puro español y no quiero que sean discriminados porque no lo hablan’”, recordó la maestra.
Actualmente, la mayoría de los hablantes que quedan tienen más de 50 años y, si no la transmiten a las nuevas generaciones tohono o’otham, la lengua podría morir con ellos, alertó. En la actualidad, el hablante más joven está a punto de llegar a los 30 años de edad.
Una de las consecuencias de esta poca presencia lingüstica es que en los censos generales de población no se ha registrado con exactitud el número de indígenas o’otham –también conocidos como “pápagos”, aunque el vocablo tiene un sentido peyorativo–, pues uno de los criterios para autoadscribirse como indígena es hablar un idioma originario, lo cual sucede cada vez menos.
Por ello, aunque el Instituto Nacional de Estadística registra una población de cerca de 400 o’otham, en realidad el número rebasaría los 3 mil, estimó Velasco.
Un rescate lúdico de la lengua
Al notar el peligro de desaparición de su idioma, la profesora implementó una serie de actividades de juego, canto y danza tradicional para que las niñas y niños participantes ejercieran la lengua.
“Se empezaron a sumar las madres de familia y se creó un grupo grande de danzantes, como de 14 o 15 personas. Empezamos a llevar nuestras danzas a otros municipios donde nos invitaban a participar. La actividad fue creciendo y creciendo y vino la necesidad de saber qué decía el canto que estoy bailando, qué significado tiene”, detalló.
Debido al interés creciente por recuperar el idioma, Velasco convocó a tomar clases presenciales en aulas, en comunidades como Sonoyta y Puerto Peñasco, pero la iniciativa no funcionó porque la gente no se animaba a ir. Ahí es donde surgió la idea de crear una app.
“En un evento de lenguas en riesgo al que fui en la Ciudad de México, una muchacha de la etnia chol me enseñó una aplicación en su lengua y dije ‘esto es lo que nos hace falta’.
“Sería una forma de que cada o’otham lo traiga en su celular y la aprenda a su ritmo, con audio, imágenes y escritura. Así vamos a poder preservar nuestra lengua materna”, dijo Velasco, quien en colaboración con el maestro Rafael García Valencia espera terminar la aplicación este mes de diciembre.
“Hace tiempo elaboramos una normalización de la escritura o’otham y conversé con los hablantes que aún están del lado mexicano. Me tocó poner mucha atención, agudizar el oído para entender cómo se decían las palabras y la tonalidad. Trato de salvar mi lengua porque es importante para mí aprenderla y que mis hijos y nietos también la aprendan”, puntualizó.
La lucha y el interés de Doraly Velasco se debe a que “cuando muere una lengua, muere un pueblo. Es una parte muy importante del ser indígena, porque te representa ante el mundo. No concibo la idea de que en algún momento ya no se hable una frase o una palabra en nuestra lengua, como pasó con los (indígenas) ópata, que ya no tienen hablantes. Por eso lo que esté en mis manos para rescatarla, lo voy a hacer”.
“No podemos darnos el lujo de perder el idioma”
Por su parte, la etnohistoriadora Cecilio Osornio Tepanécatl, especialista en temas de territorios indígenas y estudios socioculturales, subrayó que los o’otham, como otros pueblos originarios, han sido víctima de un sistema de “violencia estructural”, discriminación y racismo que ha generado estereotipos negativos sobre ellos.
“En el imaginario, se les ha presentado como borrachos y flojos. Hay una película que se llama ‘Sonora’, que representa una travesía por el desierto de Altar. Uno de los personajes principales es un o’otham, y la primera imagen de ese hombre es en el piso, alcoholizado. A diferencia del yaqui, los o’otham tienen ese estigma”, deploró.
Pese a ello, este pueblo indígena binacional ha logrado mantener una fuerte cohesión sociocultural mediante una serie de prácticas que la frontera México-Estados Unidos no ha logrado frenar.
“El tema lingüístico es grave, pero en mis investigaciones he encontrado que tienen una pertenencia a su memoria y a su territorio. Los que están en Estados Unidos hablan más en inglés y los que están en México hablan más en español, pero tienen todo un sistema de prácticas cotidianas y culturales en relación con el desierto que les permiten rearticular sus lazos de identidad, cultura, territorio y parentesco”, señaló la experta.
En las pasada fiestas del 3 de octubre, realizadas en puntos como San Francisquito y Magdalena de Kino, “los o’otham viven y articulan sus prácticas, como recolectar pitayas y hacer jalea, además de toda una serie de actividades cotidianas y de formas de gobierno”.
Por todo ello, destacó Osornio, “el rescate de su lengua me parece fundamental. No podemos darnos el lujo de perder el idioma o’otham por la riqueza que tiene la cultura del desierto en todos los sentidos, aunque esté estigmatizado por temas como el narco y el tráfico de migrantes”.