Los hombres presentan más que las mujeres (cinco a una) este acto reflejo neuronal víscero muscular.
Fernando Guzmán Aguilar |Gaceta UNAM | Sep 1, 2021. Un día de 1922, mientras pesaba un cerdo para sacrificarlo, le sobrevino un espasmo involuntario. Charles Osbourne (Iowa, Estados Unidos, 1894) tenía 28 años y no sabía que viviría 68 años más entre hip e hip, logrando un Récord Guinness como el hombre con el mayor hipo de la historia.
El singulto (del latín singultus, suspiro) es tan antiguo, que Hipócrates y Galeno ya lo mencionan en sus tratados de medicina. Popularmente se le conoce como hipo, derivación onomatopéyica de ese pequeño gemido del borracho: jip o hip.
Sobre ese peculiar sonido de cuerdas vocales asociado al nervio vago habla sin divagar el doctor Gregorio Rafael Benítez Peralta, médico internista, gastroenterólogo clínico y académico de la Facultad de Medicina de la UNAM.
El hipo es un ‘seudo’ arco reflejo, porque no reúne los “cánones suficientes” paran serlo, como el vómito, la náusea o la diarrea, mecanismos de defensa del organismo.
Fisiológicamente, el hipo es un acto reflejo neuronal víscero muscular, mediado por el nervio vago que, como su nombre indica, vaga por todo el cuerpo, y por el nervio frénico que, al contraer el diafragma, produce un freno brusco a la entrada de aire.
Varios mecanismos detonan el hipo. La irritación de los nervios vago y frénico (descrito por Shorttlo en 1833), así como la contracción de la glotis por acción del nervio recurrente o laríngeo inferior. También las alteraciones del sistema nervioso central, las tóxico-metabólicas (aumento de amonio, urea o glucosa en el organismo) y las psicogénicas.
Se manifiesta como una contracción abrupta del diafragma visceral y cierre repentino de la glotis, con pérdida de respiración y un pequeño gemido.
Ese “jip” se produce aproximadamente 35 mil milisegundos después de la contracción del diafragma. La glotis permanece cerrada durante un segundo.
Ancestral y protector
Fumar, ingerir bebidas alcohólicas y carbonatadas, el mismo ejercicio, pueden propiciar la aparición del hipo. También comer de prisa, ya que al tragar aire se produce distensión de la cámara gástrica del estómago, causando en ocasiones tanto eructos como hipo.
Lo padecen más los hombres que las mujeres, cinco por una, y es común en recién nacidos y niños de menos de un año por la aerofagia. Al ser amamantados tragan aire. Puede durarles hasta media hora.
Su historia filogenética indica que es un rasgo ancestral (o un remanente evolutivo de la respiración anfibia, postula Christian Straus, de la Universidad de Calgary, Canadá) que prepara al feto y a su sistema respiratorio, para que no trague líquido amniótico. En la octava semana de su desarrollo, se observan en ultrasonidos reflejos de hipo.
En los adultos se ha llegado a pensar que es un reflejo protector de las vías respiratorias contra el reflujo gastroesofágico.
Tipos de singulto
Según su duración, el singulto se clasifica en cuatro tipos:
1. Agudo: a este hipo transitorio o autolimitado corresponde la mayoría de los casos y su duración es menor de 48 horas.
2. Persistente: la duración es mayor de 48 horas y menor de un mes. Es poco común. Afecta a un individuo de cada cien mil.
3. Intratable: si persiste más de dos meses.
4. Inestable: aparece de repente.
Generalmente es benigno, en el 80 por ciento de los casos es un signo vagal. Dura poco (dos o tres minutos) y desaparece solito. Cuando dura menos de 48 horas, su frecuencia es variable, puede oscilar entre dos y 60 por minuto.
Si es crónico o persiste más de 48 horas, podría estar asociado a alguna patología. Sin embargo, más que un signo para diagnosticarla, es como “un semáforo en preventiva”. Se llega a presentar en 150 enfermedades. Entre ellas esclerosis múltilple, esquizofrenia, psicosis, encefalopatía metabólica, esofagitis por reflujo y ansiedad.
Por sí mismo no es letal, ya que es un reflejo neuro víscero muscular. Pero si persiste mucho tiempo, además de desesperación, causa insomnio e incluso alteraciones psiquiátricas.
Un estímulo para frenarlo
Hay múltiples maniobras y remedios caseros que se aplican para quitar el hipo: comer hielo, beber agua fría o agua con vinagre, chupar un limón… pero no hay comprobación científica de que sean efectivos.
El único que a ciencia cierta tiene una explicación está asociado con el aumento del dióxido de carbono. Al aguantar una y otra vez la respiración, aumenta ese gas en el tórax y por ende aumenta la presión intro-torácica, que puede ser el mismo estímulo que necesitamos para frenar el hipo.
Como prevención, se recomienda comer despacio y reducir la porción de los alimentos, restringir el consumo de picante, así como evitar bebidas alcohólicas y carbonatadas.
Mientras se diagnostica la causa o se trate de un singulto intratable, el médico puede prescribir algún tratamiento farmacológico. Los medicamentos más prescritos son baclofeno, cloropromazina, lidocaína, carbamazepina, metoclopramida y gabapentina.