Trabajadores de armadoras en Puebla y Guanajuato acusan que los contagios COVID se han salido de control, y que los patrones rechazan suspender actividades para contener la propagación del virus que ha matado a más de 30 obreros.
PorZedryk Raziel @amormundi_ |Foto Cuartoscuro | 15 de enero, 2021. Mensajes de condolencias inundan los chats de trabajadores de plantas automotrices de General Motors y Volkswagen ubicadas en Guanajuato y en Puebla:
“Descanse en paz nuestro gran amigo y compañero Juan Antonio, el ‘Tigre Toño’. Murió por COVID el 11 de enero”.
“Una oración por Fidel Guadalupe del área de pintura, fallecido el 25 de diciembre. El último día andaba muy enfermo y así lo dejaron trabajar; fue atendido por el servicio médico (de la empresa) hasta las 3:00 de la tarde”.
“Nos unimos a la pena que embarga a la familia de nuestro compañero José Luis del área de carrocerías, por su sensible fallecimiento acaecido el 19 de diciembre. Roguemos a Dios por su eterno descanso”.
Trabajadores de ambas armadoras entrevistados por Animal Político acusaron que los contagios de COVID-19 entre el personal se han salido de control desde diciembre, y que los patrones rechazan su exigencia de suspender actividades con goce de sueldo para contener la propagación del virus, que ha cobrado la vida, al menos, de una treintena de obreros.
En ambos casos, los trabajadores señalaron que las medidas sanitarias implementadas por General Motors -cuya planta se ubica en Silao, Guanajuato- y por Volkswagen -localizada en Cuautlacingo, Puebla- se han relajado y ya no se cumplen; afirmaron que las herramientas no se desinfectan, que en las áreas de trabajo y comedores hay aglomeraciones, y que las empresas no han vuelto a aplicar al personal pruebas de COVID desde mediados del año pasado.
Por su parte, las direcciones de comunicación de ambas compañías transnacionales se deslindaron de responsabilidades, al sostener que los obreros pescan el virus fuera del trabajo y que son casos aislados, razón por la cual descartaron parar sus actividades de manera preventiva, conforme escritos enviados a este medio.
La persistencia de ambas empresas contrasta con el ejemplo de Audi, compañía automotriz que a partir de este fin de semana activará un paro técnico que permitirá reducir la afluencia de trabajadores a sus instalaciones en Puebla, con la finalidad de reducir los contagios.
De acuerdo con estadísticas oficiales, hasta el pasado 13 de enero, en el municipio guanajuatense de Silao había 2 mil 376 casos acumulados de COVID y 203 defunciones, cifra que fue en ascenso desde diciembre. El municipio es vecino de la ciudad de León, donde ha habido 30 mil 900 contagios y 2 mil 380 defunciones.
Guanajuato está entre los cinco estados en semáforo rojo a nivel nacional, junto con la Ciudad de México, el Edomex, Morelos y Baja California.
Por otro lado, si bien la armadora de Volkswagen se ubica en Cuautlacingo, la mayoría de su fuerza laboral proviene de la capital poblana, que colinda con dicho municipio y está a 30 minutos de distancia. En la ciudad de Puebla ha habido 33 mil 298 casos acumulados de COVID y 3 mil 224 defunciones con corte al 13 de enero. El estado se encuentra en semáforo naranja, en el umbral de transitar posiblemente a rojo.
El caso de Volkswagen, Puebla
De acuerdo con los testimonios recabados, a pesar del aumento acelerado de contagios a nivel nacional y estatal, ni Volkswagen ni General Motors han aplicado pruebas diagnósticas a sus empleados desde mediados del año pasado, cuando se definió a la industria automotriz como actividad esencial con permiso para reactivar sus labores.
El señor Alonso ha trabajado 25 años en la planta de Volkswagen en Puebla. Actualmente está en el área de pintura. Tras el periodo vacacional de diciembre, cuenta, la empresa aplicó a los obreros un cuestionario para evaluar su estado de salud, en lugar de pruebas diagnósticas.
“Es por medio de una aplicación (de celular), nos hacen preguntas: si estuviste enfermo, agripado, con temperatura. (…) Otro que hacen es que el coordinador llega al área y te pregunta si estuviste enfermo de algo; si sí, nos mandan al servicio médico y nos revisan, y si estamos bien, nos regresan a trabajar. Ése es el chequeo”, comenta Alonso, cuyo nombre fue cambiado a petición suya para no tener problemas con la empresa.
Esta “prueba”, naturalmente, no es útil para detectar a los enfermos asintomáticos de COVID, confirma el trabajador.
“Después del paro largo de la pandemia (el año pasado) sí hicieron pruebas (diagnósticas), pero ahorita la única prueba es (el test), que definitivamente no sirve, porque sí ha habido contagios aquí dentro del área, que los han detectado y los han regresado”, detalla.
Los trabajadores de la planta han contabilizado al menos 15 fallecimientos de compañeros desde diciembre. En la armadora hay más de 11 mil empleados, según datos de la propia empresa.
Volkswagen no quiso revelar cuántos registros ha tenido de contagios y muertes de obreros por COVID, pero dijo que sus índices se mantienen “bajos”. Además, aseguró que la transmisión del virus ocurre fuera de sus instalaciones.
“Es evidente que los índices de contagios aumentaron con el inicio de las vacaciones decembrinas y de Año Nuevo, en donde la movilidad social creció pese a los llamados a mantenerse en casa. En ese sentido, es irrelevante focalizar la atención con respecto a posibles contagios en determinada empresa cuando la información disponible sustenta que estos están relacionados con la actividad social fuera de los centros de trabajo”, indicó el área de comunicación a este medio.
“No obstante, y en atención a su pregunta, le informamos que, a lo largo de 10 meses, en Volkswagen de México se cuenta con un índice de personal con registro de contagio de apenas el 3 por ciento; cifra que representa un índice de contagio por debajo del 0.19 por ciento por semana”.
Un índice del 3% indicaría que alrededor de 330 obreros se han contagiado. Sin embargo, la compañía insistió que, gracias a la exigencia de uso de cubrebocas al personal, la toma de temperatura tres veces al día y la existencia de un protocolo para contener casos sospechosos, “no hemos identificado contagios al interior de la empresa”.
El trabajador Alonso afirma que las herramientas de trabajo no se desinfectan con frecuencia y que se forman aglomeraciones durante la entrada y salida, así como en el comedor, debido a que no existe un horario escalonado para el descanso.
“Si son 2 mil trabajadores en el área de montaje, todos esos salen a la misma hora. Es mentira eso de que va a haber sana distancia. En el comedor todos pasan al mismo lugar en la media hora que nos asignan para la pausa de comida. Ahí es donde se rompe todo. Y en la salida es lo mismo”, sostiene.
Este empleado afirma que algunos compañeros, si bien manifiestan síntomas de contagio, prefieren no comunicarlo a sus supervisores, debido a que Volkswagen ha tratado la incapacidad por COVID como “enfermedad general” y no como un “riesgo de trabajo”, lo que causa que a los trabajadores les paguen menos de su sueldo durante su convalecencia.
En abril del año pasado, el IMSS estableció unos criterios para que se calificara al COVID como una “enfermedad de trabajo”, con lo que los trabajadores incapacitados podrían cobrar el 100% de su salario el tiempo que durara su convalecencia. Para acreditar el riesgo de trabajo, se debe probar que el empleado estuvo expuesto en el ejercicio de sus labores a alguna persona enferma, un criterio difícil de cumplir si el patrón niega la existencia de casos positivos en sus instalaciones, como en el caso de Volkswagen y General Motors.
“(En Volkswagen) no lo están tratando (el COVID) como un riesgo de trabajo”, critica Alonso. “Para nosotros ha sido un problema eso, porque muchos de los que han estado contagiados los han detectado nuestros propios compañeros, que luego le comentan al coordinador; pero muchos no quieren decir que se sienten mal porque no se quieren ir, porque no es de riesgo de trabajo y pagan menos; muchos de mis compañeros no se quieren retirar por lo económico”.