Juan López Sánchez/Barra Informativa/Oaxaca, 24 de agosto 2020.- Justo cuando el gobierno del estado reconocía medianamente la magnitud de los efectos del covid-19 en la entidad y daba a conocer a los municipios con mayores contagios y medidas urgentes para frenarlos, los oaxaqueños echaron en saco roto sus palabras y decidieron salir masivamente a marchar, bloquear, a demandar justicia, manifestarse en contra del ciclo escolar virtual, ir la banco, a comprar hilo o estambre, comida, ropa, chucherías, a deambular simplemente, sin considerar las restricciones que representa el color naranja del semáforo epidemiológico.
Todos tuvieron sus razones, unos cansados de las mentiras y negligencia gubernamental, otros hartos de la impunidad y las promesas, de la incapacidad y complicidad, unos más de la marginación intelectual, de la falta de consideración a su histórica labor.
Igual los hubo por necesidad económica o trámites financieros, materiales educativos, por terapias manuales o para combatir el estrés del encierro.
No todos respetando las medidas sanitarias recomendadas, pero si todos con el rostro de la liberación física o ideológica de sus acciones.
Seguramente desde el encierro y la práctica sanitaria responsable las cosas se vean diferente, pero es claro que a la fecha los gobiernos no han estado a la altura de las circunstancias, ni de éstas ni de otras muchas.
De nueva cuenta se vislumbra largo rato con la compañía del letal virus sin remedio a corto plazo y con la amenaza virtual del contagio.
Lo que queda es seguirse cuidando de forma personal y familiar dentro y fuera de casa. Lamentable confirmar el dicho de que nadie experimenta en cabeza ajena.
Así es la humanidad mundial y lo que se requiere son gobiernos con conocimientos más profundos sobre de ella, para que sepan cómo conducir su desarrollo, hacer política.