La 4T invierte en Museo de la Reforma Energética de Peña Nieto… que no existe

Desde 2014 la Federación ha aportado 522 millones de pesos para financiar un museo que debió terminarse en 2018; el complejo que sería el legado de la Reforma Energética de Peña Nieto está en obra negra mientras los recursos públicos no paran de fluir, aunque ahora es Morena quien gobierna.

MARTES 4 DE AGOSTO DE 2020|Saúl Hernández y Enrique Hernández |Foto Iván Luna| El Sol de México. Lo apodaron el museo de la Reforma Energética, aunque su nombre real es Museo Nacional de Energía y Tecnología (,). Enrique Peña Nieto lo presentó justo a mitad de su sexenio como la obra magna que proyectaría su legado y “el proceso de modernización del sector energético en México”.

Ese día, un 8 de diciembre de 2015, el exmandatario mexicano aprovechó la inauguración de una refinería en Tula, Hidalgo, para anunciar la creación del nuevo recinto. Lo hizo flanqueado por los principales progenitores de la obra: Emilio N, entonces director de Pemex y hoy detenido por cargos de cohecho, lavado de dinero, asociación delictuosa; Enrique Ochoa Reza, ex director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y actualmente diputado federal del PRI; Carlos Ruiz Sacristán, presidente del Consejo de Administración de la empresa de infraestructura energética IEnova y Enrique Norten, director del despacho TEN Arquitectos y responsable del proyecto.

Programado para abrir sus puertas a finales de 2018, el complejo que presumiría las bondades de la Reforma Energética peñista sigue en obra negra. Paradójicamente, el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador continúa inyectando recursos públicos a un museo que desde su génesis fue pensado para exaltar la reforma que el tabasqueño siempre repudió: hasta febrero de este año, la llamada 4T ya le había inyectado casi 190 millones de pesos.

El dinero se suma a los 332 millones de pesos en recursos públicos que fluyeron en tiempos de Peña Nieto, para dar un total de 522 millones. Todo se ha entregado vía donativos de Pemex y CFE o a través del Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin) en la modalidad de “apoyos no recuperables”.
Carlos Ruiz Sacristan, presidente del fideicomiso del Munet, mostró los pormenores del proyecto a Enrique Peña Nieto, empresarios y funcionarios federales el 8 de diciembre de 2015. Foto Presidencia | Cuartoscuro
Originalmente la obra estaba pensada en cinco módulos y en un esquema financiero conocido como pari passu (al mismo tiempo y en la misma medida). De esta forma, el gobierno federal inyectaría dinero a cada parte del proyecto siempre y cuando los responsables del museo contaran con una cantidad similar de recursos provenientes de donativos privados.

En la última recta del peñismo el convenio se modificó y el gobierno se comprometió a apoyar financieramente los tres primeros módulos sin que existiera de por medio la contraparte privada, como forma de acelerar el trabajo y tener un museo funcional a finales de 2018. Esto sucedió mes y medio después del triunfo de López Obrador.

El argumento para tomar tal decisión fue que los terremotos de septiembre de 2017 y las dificultades económicas de las empresas del sector energético habían frenado los donativos.

El dinero destinado al Munet se maneja en un fideicomiso privado presidido por Carlos Ruiz Sacristán y administrado por Grupo Financiero Banorte y la asociación civil Amigos del Museo Nacional de Energía y Tecnología.

Sumado a los recursos públicos, hasta ahora el fideicomiso del museo también reporta la entrada de 511.7 millones de pesos provenientes de la iniciativa privada. Pero sucede algo. Ni el fideicomiso ni la ONG cuentan o han contado con autorización oficial para recibir donativos, de acuerdo con la respuesta del Servicio de Administración Tributaria (SAT) a dos solicitudes de transparencia hechas por estos reporteros.

Esta es la historia de un museo inconcluso que involucra a funcionarios y empresarios cercanos a Peña Nieto, y que aun después de su salida, sigue alimentándose con dinero público.

Mediante dos oficios, el SAT negó que el fideicomiso del Munet o la asociación civil que está detrás tengan permiso para recibir donativos.

El Museo de ensueño que no fue
El Munet se concibió como un museo de quinta generación y el más grande del mundo dedicado a la energía, símbolo de la modernidad mexicana y orgullo nacional. Supliría al antiguo Museo Tecnológico de la CFE (Mutec), ubicado en la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec, entre el Papalote Museo del Niño y la Feria de Chapultepec.

Con la participación de Pemex, CFE y la iniciativa privada, el proyecto prometía maravillas; sería a la vez un museo interactivo de ciencias, un instituto de enseñanza y un centro de congresos. La realidad virtual se convertiría en una de las experiencias más fascinantes para los visitantes.

Lo apodaron el museo de la Reforma Energética, aunque su nombre real es Museo Nacional de Energía y Tecnología (Munet). Enrique Peña Nieto lo presentó justo a mitad de su sexenio como la obra magna que proyectaría su legado y “el proceso de modernización del sector energético en México”. / Foto Ten Arquitectos

El cuento de hadas no acababa ahí. Sobre los 55 mil metros cuadrados que abarca el predio se levantaría un nuevo edificio de 76 mil metros cuadrados con características bioclimáticas y diseño vanguardista, se lee en la evaluación socioeconómica del proyecto.

El museo de primer mundo contaría con 14 salas de exhibición dedicadas a las energías renovables y no renovables, cada una con un elemento icónico que quedaría grabado en la mente de los visitantes. Una plaza central —que incluiría un Terrarium— introduciría al usuario en el recorrido por cada una de las áreas.

El instituto de enseñanza tendría biblioteca física y digital, salones de clase, centro de comunicaciones, laboratorios de investigación y espacios para exposiciones de expertos. Mientras que en el centro de congresos habría un auditorio con capacidad de 700 lugares y salones de eventos para 800 personas.

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En todo el recinto existirían casi 35 mil metros cuadrados de áreas verdes, incluyendo la terraza del nuevo inmueble, y además contaría con sistema fotovoltaico, aerogeneradores eólicos, sistema de cogeneración a gas natural, un biodigestor e instalaciones para la captación de agua pluvial.

La obra, proyectada a terminarse en diciembre de 2018, está lejos de ser el recinto prometido tras más de un año de retraso. Una serie de imágenes y videos tomados con dron el 22 de julio de este año, muestran que el lugar se encuentra cerrado, vacío y en obra negra; no hay personas trabajando al interior, a no ser por algunos vigilantes.

Montañas de escombros se acumulan a lo largo del terreno y el edificio del antiguo Mutec aún sigue en pie, con sus vidrios rotos y polvorientos. Del inmueble innovador, los aerogeneradores eólicos o la plaza central presumidos en el proyecto del arquitecto Enrique Norten, no hay ni rastro.

Y en la vista que da al Anillo Periférico, un espectacular sigue anunciando la próxima apertura del nuevo Munet a la par de una exhibición de dinosaurios animatrónicos conocida como Dinosauria Experience, todo en el mismo sitio.

Carlos Puente López, director de Agua, Energía y Medio Ambiente de Banobras, considera que la obra “ha avanzado relativamente bien” y asegura que la primera etapa del recinto abrirá sus puertas al público el primer trimestre de 2021, aunque no se trata del proyecto original, sino uno 71 por ciento menos costoso. Reconoció que se está utilizando la estructura del antiguo Mutec, aunque “se le ha metido mucho trabajo” al edificio y será “un museo completamente distinto en su conceptualización y su contenido”.

Aunque el proyecto luce sin avances, el gobierno federal ya ha gastado 522 millones de pesos hasta el pasado mes de febrero. El dinero comenzó a fluir desde septiembre de 2014, con una donación inicial de Pemex por 10 millones de pesos, cuando Emilio Lozoya Austin era director de la empresa pública. La CFE, a cargo de Enrique Ochoa Reza, otorgó un segundo donativo en 2015 por un monto de 40 millones de pesos.

El resto de los recursos se desembolsaron a partir del 6 de julio de 2017, vía el Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin) que administra el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras). Desde esa fecha hasta el 30 de noviembre de 2018, cuando Peña Nieto terminó su mandato, el gobierno mexicano gastó 282 millones de pesos.

Los depósitos continuaron con la llegada de la nueva administración. Entre el 1 de diciembre de 2018 y el 26 de febrero de 2020, el gobierno de López Obrador erogó 190 millones de pesos, revela información entregada por Banobras a través de mecanismos de transparencia.

Listado de depósitos hechos desde el Fonadin al fideicomiso privado del Munet hasta febrero de 2020.

El acuerdo CFE-Pemex antes de la reforma
La idea de construir un recinto cultural y tecnológico que fuera emblema de la Reforma Energética se concibió meses antes de su aprobación en el Congreso. Todo comenzó el 23 de agosto de 2013, once días después de que el expresidente Peña Nieto presentara su propuesta de reforma al Poder Legislativo. Ese día, la CFE y Pemex suscribieron una carta de intención para colaborar en la creación de “un museo relacionado con la ciencia y la tecnología”.

La cláusula cuarta de este documento indica que el desarrollo del proyecto y los gastos de su implementación estarían a cargo de un fideicomiso privado constituido por una asociación civil en la que participarían “personas de reconocida solvencia moral”.

La CFE acordó donar sus terrenos del antiguo Mutec para la construcción del nuevo complejo y a cambio Pemex se comprometió a transferirle uno de sus inmuebles para que la compañía eléctrica pudiera mudar sus oficinas. En ese entonces Francisco Rojas Gutiérrez, un priista de antaño, fungía como director de CFE y Emilio Lozoya estaba al frente de la empresa petrolera.

Carta de intención entre Pemex y CFE para la creación del nuevo museo.

Solo seis días después, el 29 de agosto de 2013, se constituyó en la capital la asociación civil Amigos del Museo de Energía y Tecnología, que se encargaría de crear el fideicomiso privado. Más tarde cambió su nombre a Amigos del Museo Nacional de Energía y Tecnología.

Aunque las piezas ya se estaban moviendo para la creación del nuevo complejo, fue hasta el 11 de diciembre que el Senado aprobó la Reforma Energética; y un día después, la Cámara de Diputados.

El 17 de diciembre, la ONG y Grupo Financiero Banorte celebraron el Contrato de Fideicomiso Irrevocable de Administración número F/744942 (Fimunet) para construir, equipar, administrar, operar y mantener el nuevo museo. La asociación firmó en su carácter de fideicomitente único, y Banorte como fiduciario.

El Comité Técnico del Fimunet, presidido por Carlos Ruiz Sacristán, quedó conformado por ocho miembros privados y siete funcionarios públicos. Pemex y CFE aseguraron el control del grupo al designar a la totalidad de integrantes privados —entre los que estaban IEnova, Alfa, Kaluz, Diavaz, ICA, Union Pacific y la EGADE Business School del Tec de Monterrey—, y a cinco de siete funcionarios. Los directores de ambas empresas y el Secretario de Energía formaron parte del Comité como miembros honorarios.

Para el 20 de diciembre la Reforma Energética se convirtió en ley y se publicó en el Diario Oficial de la Federación.

La cesión del predio
Rojas Gutiérrez dejó la dirección de la CFE a principios de febrero de 2014 y en su lugar entró Enrique Ochoa Reza, quien previamente se desempeñaba como subsecretario de Hidrocarburos en la Secretaría de Energía.

La llegada de Ochoa Reza a la paraestatal dio un impulso al proceso para construir el Munet. El 27 de junio de 2014, la CFE tomó el acuerdo de entregar en “usufructo gratuito” el terreno del Mutec para la edificación del nuevo museo.

El 15 de diciembre de ese año, la empresa eléctrica celebró el contrato de usufructo para ceder a Banorte, como fiduciario del Fimunet, el predio de 55 mil metros cuadrados con una vigencia de 20 años forzosos prorrogables por un periodo igual. Para septiembre del año siguiente, el Mutec cerró sus puertas al público luego de haber sido el segundo museo más visitado de la Ciudad de México. El acto formal de entrega-recepción ocurrió hasta el 22 de agosto de 2016.

Acuerdo y contrato de usufructo gratuito por el que CFE cedió a Banorte, como fiduciario del Fimunet, el predio de su antiguo museo Mutec

Finalmente llegó el 8 de diciembre de 2015, cuando Enrique Peña Nieto anunció con bombo y platillo la construcción del nuevo museo, que originalmente requería una inversión de 4 mil 770 millones de pesos.

Diez días después, la empresa La Peninsular Compañía Constructora S.A. de C.V. ganó el concurso para hacerse cargo de la construcción del complejo.

La Peninsular es filial de Grupo Hermes, propiedad del empresario Carlos Hank Rhon. Ganó contratos en el gobierno peñista para construir el primer tramo del tren México-Toluca; el diseño y construcción de la presa Zapotillo, en Jalisco; y la obra superficial de la Planta de Bombeo El Caracol, en el Estado de México, de acuerdo con una investigación del portal de periodismo económico Arena Pública.

A principios de febrero de 2016, Lozoya Austin renunció a Pemex en uno de los peores momentos de su historia, con una producción y precios del crudo en franco declive. En julio de ese año, Ochoa Reza también dejó la CFE. Las bases del Munet, sin embargo, ya estaban bien apalancadas y solo faltaba abrir la llave del dinero.

Hasta ese momento, el Fimunet había recibido donativos por 13.5 millones de dólares, incluyendo aportaciones de Pemex y algunos privados, según documentos oficiales. Los cientos de millones faltantes provendrían del Fondo Nacional de Infraestructura, a cargo de Banobras.

El dinero empieza a fluir
Tras la salida de Ochoa Reza, Banobras autorizó el otorgamiento de un apoyo no recuperable a favor de CFE por un máximo de 100 millones de dólares para financiar 40 por ciento del costo total del Munet. El dinero se transferiría del Fonadin al fideicomiso privado Fimunet administrado por Banorte.

Había, sin embargo, una condición: el desembolso de recursos del Fonadin estaría sujeto a que el Fimunet consiguiera una contraparte privada igual en un esquema conocido como pari passu. Este primer acuerdo fue revocado sin que el Fonadin erogara un solo peso.

Solicitud de CFE a Banobras para apoyar al Fimunet con 100 millones de dólares y constancia de acuerdo para otorgar el apoyo a través del Fonadin.

Al año siguiente, el 27 de junio de 2017, Banobras celebró un segundo convenio, ya no con CFE, sino con el Instituto Nacional de Electricidad y Energías Limpias (INEEL), entidad a la que Peña Nieto había dotado de facultades para ser el nuevo intermediario del gobierno con el Fimunet.

Este convenio redujo el monto del apoyo del Fonadin a un máximo de 651 millones de pesos, debido que el costo total del proyecto se había reajustado a mil 323 millones. Con el dinero público se cubriría hasta el 49.2 por ciento del valor del proyecto.

El esquema pari passu se mantuvo. La obra constaba de cinco módulos y el gobierno desembolsaría los recursos para cada uno siempre y cuando el Fimunet comprobara contar con donativos privados por el mismo monto. A partir de entonces los recursos comenzaron a fluir.

Convenio entre Banobras y el INEEL para otorgar un apoyo máximo de 651 millones de pesos al Fimunet, vía el Fonadin.

Cambian las reglas
En la última recta del peñismo, y pasado mes y medio del triunfo de Andrés Manuel López Obrador en los comicios de 2018, el convenio entre Banobras y el INEEL sufrió un nuevo ajuste para darle celeridad a la obra y contar con un museo funcional a finales de año.

El 17 de agosto Banobras aceptó que el museo se llevara a cabo en dos fases y que para la etapa uno, correspondiente a los tres primeros módulos del complejo, el Fonadin entregara la totalidad de recursos aun si el Fimunet no tenía en ese momento todos los donativos privados. Los recursos se entregaron, pero el museo jamás se terminó.

Último convenio entre Banobras y el INEEL que elimina el esquema pari passu para los primeros módulos del proyecto.

La llegada de López Obrador al poder no alteró el flujo de efectivo al museo de la Reforma Energética peñista. Pese a ser un férreo crítico de ésta, el dinero público continuó fluyendo mientras que la obra, que sería motivo de orgullo nacional, sigue inconclusa.

Para este reportaje se buscó a Carlos Ruiz Sacristán y Enrique Ochoa Reza, pero no hubo respuesta; también se solicitó una posición de la CFE. Al respecto, Luis Bravo, coordinador de Comunicación Corporativa de la paraestatal indicó que no puede dar detalles sobre el museo porque se trata de un fideicomiso público-privado, aunque señaló que “hubo en su momento falta de recursos” para terminar el proyecto.

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