Por Tiempo Digital|julio 2, 2020 12:00 pm. Los sismos registrados el 19 de septiembre de 2017 y el pasado 23 de junio con magnitudes de 8.2 y 7.4 en la escala Richter han sido los más dañinos para las zonas arqueológicas ubicadas en el Valle Central, entre ellos Monte Albán, aseguró la arqueóloga del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Nelly Robles García.
Al participar en el segundo día del seminario internacional virtual “Planes de Conservación y Monitoreo para Sitios del Patrimonio Mundial en Latinoamérica”, coordinado por el INAH y el Servicio Nacional de Patrimonio Cultural de Chile, Nelly Robles refirió que en la capital oaxaqueña y en los Valles Centrales, donde se encuentran varios sitios arqueológicos, cruzan cinco placas tectónicas, por lo que los movimientos telúricos se presentan a diario.
“La geología bajo los monumentos de Monte Albán es sumamente inestable, hablamos de capas sedimentarias con deslizamientos severos. Obviamente, no podemos corregir estas fallas, pero sí tomar acciones para que las edificaciones se muevan menos; las inmediatas, son la delimitación preventiva, los apuntalamientos y la colocación de protecciones contra la lluvia.
“Debemos aprovechar los periodos en que no tenemos este tipo de siniestros, para darnos a la tarea de sumar más voluntarios, desde las corporaciones estatales, servicio social estudiantil (para apoyar en el inventario de daños), hasta la gente de las comunidades que nos rodean”, explicó.
“Con la documentación acumulada sobre estas catástrofes, podemos justificar la adquisición de estas herramientas ante las agencias de cooperación internacional”, comentó la arqueóloga Robles al referir que Monte Albán cuenta con un sismógrafo donado por el gobierno japonés, luego de los sismos de 1999, además de radares de penetración y escáneres 3D para el registro de las áreas afectadas, tecnología que se obtuvo con recursos del World Monuments Fund.
A su vez, la colocación de malla ciclónica alrededor de la poligonal de Monte Albán, sirve de “barrera psicológica” para mitigar las invasiones irregulares que pueden afectar contextos arqueológicos no excavados. Es a través de estos rescates y salvamentos cuando existe la oportunidad de concientizar a los habitantes.
Monte Albán abarca más de 2,000 hectáreas, un terreno inmenso sobre el que se distribuyen distintos conjuntos de monumentos prehispánicos, los cuales son vulnerables a connatos de incendios. Para controlarlos se alternan diversas técnicas como la excavación de líneas negras (cepas que se hacen con el apoyo de las comunidades); asimismo, el personal del sitio está capacitado en el manejo de extintores, y una brigada especial se encarga de alertar a los bomberos y a Protección Civil.
El registro de los incendios en Monte Albán ha permitido conocer los puntos de origen del fuego, casi todos relacionados con la quema de basura o de suelo para cultivo en las poblaciones cercanas, el cual se sale de control con las ráfagas de viento. Para contrarrestar los efectos, el sitio emprende campañas de reforestación en las zonas siniestradas, con la participación de los propios comuneros y ejidatarios.
Desde su experiencia en la gestión de las zonas arqueológicas de Monte Albán y de Atzompa, particularmente vulnerables al embate de sismos e incendios, y a la presión del crecimiento urbano de la ciudad de Oaxaca –el cual conlleva la invasión a terrenos de sus poligonales–, la doctora Robles García expuso sobre la prevención de riesgos en los planes de conservación del patrimonio arqueológico.
En el foro digital, difundido en el marco de la campaña “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura, la arqueóloga hizo hincapié en que la serie de acciones apegadas al Plan de Manejo de Monte Albán, fueron reconocidas como Buenas Prácticas en la Conservación de Bienes Patrimonio Mundial, en 2012, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Un adecuado manejo de las situaciones de riesgo en sitios patrimoniales, depende de la organización eficiente de los recursos humanos y financieros disponibles. “Esto es lo que hace la gran diferencia”, dijo.