Ricardo B. Salinas|El Economista|25 de marzo de 2020, 17:29. Los que me conocen saben que me gusta la historia porque quien no conoce la historia está condenado a repetirla.
Quiero empezar con un pedacito de sabiduría de la antigüedad de este sabio, primer padre de la medicina, un filósofo persa, Ibn Sina, y dice: “la imaginación es la mitad de la enfermedad, la calma es la mitad del remedio y la paciencia es el comienzo de la cura”.
Calma y paciencia. Hoy estamos mal, las calles vacías, todo cerrado, escuelas vacías, hoteles vacíos, restaurantes vacíos, parques sin gente, esto no puede ser.
La vida tiene que continuar. Sabemos que el miedo es muy mal consejero y hoy nos han metido a todos el miedo. El miedo a morir por el virus.
La neta, ¿quién tiene miedo de morir por el virus?, yo un poquito porque soy de riesgo.
Es momento de pensar, no de tener miedo.
Y por eso los quiero invitar a pensar sobre los datos duros del virus y también sobre lo que está pasando con el empleo y con la gente que vive al día.
Veamos primero los datos duros del virus:
Es muy contagioso
La enorme mayoría lo tienen y no presenta síntomas, lo cual lo hace más contagioso
Sabemos que te da y te recuperas y desarrollas inmunidad
También sabemos que en algunos pocos casos graves se desarrolla una especie de neumonía que afecta más a ancianos y a quienes tienen problemas de salud previos
Sabemos que casi no afecta a niños y a jóvenes
Este virus existe, sin duda, pero no es de alta letalidad y hay que ver las cifras. Contexto: En el mundo cada año se mueren muchas personas. En el 2017 se murieron 58 millones de personas por diversas causas. Se proyecta que para 2020 habrá 60 millones de defunciones. Hasta el día de hoy, 24 de marzo, se han reportado 17,507 muertes por el virus.
Por presión alta se mueren 10 millones de personas; por fumar, 7 millones; por azúcar alto, 6.5 millones; por obesidad, 4.7 millones.
Hay que ubicarnos, el dato del 4% de mortalidad está mal. Está mal por una sencilla razón, porque los que tienen el virus son muchísimos, muchísimos más de los que se hicieron la prueba y no se reportan. Entonces claro, las muertes sí son ciertas, pero no reportar todos los contagios hace que baje enormemente el índice de mortalidad. Si tenemos 40 personas muertas sobre 1000 pues es 4%, pero si no fueron 1000 los que tenían el virus sino 10,000 entonces es 0.4 por ciento.
Nos están vendiendo la idea de que te puede tocar un 3 o 4% de chance y no es así. Miren, hubo un caso muy sonado del barco Diamond Princess que estuvo en cuarentena y había como 3000 pasajeros, casi todos viejitos. Lo dejaron en cuarentena y la mortalidad fue del 1%, pero el 1% también suena mal, sí, lo que pasa es que si proyectas esa estructura de edad a la población, la tasa de mortandad sería de .12% porque el barco estaba lleno de viejitos.
Y no podemos ignorar que la inmensa mayoría de los difuntos son gente muy mayor, en el caso de Italia tenían un promedio de 80 años. En nuestro país la edad promedio es 29, la fuerza laboral es muy joven y por eso seguro que en México tenemos un bajísimo riesgo de desarrollar la neumonía; tan es así que tenemos al día de hoy, 4 muertes y 367 casos. Seguramente hay más de 300 casos. Seguramente aquí tenemos a varios amigos que ya les dio. Por ejemplo, nuestro buen amigo, Pato Borghetti, le dio y cero síntomas. Habrá contagiado a alguien, pues seguramente sí. Al otro amigo, Gerry Ibarra, también le dio y cero síntomas. Entonces debe haber muchos más casos por ahí de los que se reportan.
Debemos olvidarnos de la ecuación equivocada que virus es igual a muerte. No es cierto. Está en error quien piense que el virus le va a conducir a la muerte.
Aquí voy a citar a mi padre que recién escribió una muy buena carta, que vamos a circular. Mi padre tiene 88 años y dice:
“En vista de estas cifras podemos suponer que el virus significa el apocalipsis, que pone en peligro a toda la humanidad como se pregona, y más importante, suena razonable que el mundo se paralice por completo para intentar contenerlo. Como van las cosas parece que no moriremos por coronavirus pero sí vamos a morir de hambre.
El pánico que ha desatado el coronavirus quizá puede comprenderse en un principio, claro es desconocido, es invisible, nos han hecho creer que es una cosa terrorífica, pero después de reflexionar un momento deberíamos ubicarnos como está la evidencia.
La decisión que están tomando todos los gobiernos del mundo, de suspender drásticamente toda la actividad económica, de frenar la marcha normal de un país y mandar a todos los trabajadores a sus casas para evitar contagio, no producirán nada positivo sino un resultado seguro: crisis y desesperación para millones de personas, y de eso sí tenemos que preocuparnos.
En México la inmensa mayoría de la población no vive de un sueldo, no vive de sus ahorros, no vive del gobierno, la inmensa mayoría de la población vive al día.
De manera que si la mayoría de la población deja de generar ingresos hoy, simplemente mañana no tendrá qué comer; como tampoco tendrán qué comer muchos que hayan tenido que aguantar la cuarentena y que al regresar encuentren empresas quebradas, empresas cerradas, empresas que no existen más.
Paralizar toda la actividad económica de tajo significa hambre y por lo tanto dentro de poco tiempo se desatará la delincuencia, la rapiña y el caos porque resulta que el estómago no sabe esperar.
Urge que recapacitemos. Urge frenar esta locura. No podemos darnos el lujo de rendirnos ante el pánico con medidas que van a resultar peor que la enfermedad. En efecto, el coronavirus parece un nuevo tipo de neumonía muy fuerte pero al final de cuentas es una neumonía más y también es cierto que algunas personas morirán por esta causa, principalmente los más viejos como demuestran los datos.
Y dice mi papá “por cierto, yo me encuentro en este grupo, estoy en riesgo, pero no por eso pretendo que todo el mundo se detenga a costa de heredar a los que vienen una crisis por intentarlo. Eso es lo que piensa mi papá de 88 años, estoy completamente de acuerdo.
La vida debe continuar.
¿Qué debemos hacer?
Debemos controlar nuestra imaginación, como decía Ibn Sina, que nos lleva a pensar en lo peor. Calma, mucha calma para enfrentar este riesgo enorme. Paciencia, mucha paciencia, para transmitir, para transitar por este camino desconocido. La vida debe continuar. ¿Cuidar nuestra salud? Por supuesto. No fumar, no tener sobrepeso, no tener alta presión, no tener diabetes, no abusar del alcohol, no usar drogas. Mente sana, alma sana, cuerpo sano; evitar el contagio dentro de lo razonable; cuidar a los ancianos y a los enfermos; lavarse las manos con jabón. Pero la vida debe continuar.
El problema que tenemos es que la estrategia actual de aislamiento está equivocada, es un grave error. El aislamiento casi garantiza una situación de violencia en el corto plazo, otra vez, la situación de aislamiento garantiza la violencia en el corto plazo, por eso debemos inmediatamente eliminar esa política de aislamiento general. Los costos humanos del desempleo, el costo humano del hambre, de la violencia, son enormemente mayores que los costos del virus. Hay que decirlo por todos lados. Los costos del desempleo, del hambre, de los sueños cancelados, son mucho mayores que los del virus. Y no sé, la gente tiene como miedo a decir las cosas, pero esto es lo que es.
La vida tiene que continuar y en Grupo Salinas siempre, siempre, hemos hecho las cosas de manera diferente, hemos hecho cosas inesperadas y siempre nos hemos adelantado a las necesidades de nuestros clientes; siempre, nuestros colaboradores son entregados en el trabajo y en este nuevo reto no podemos fallar, porque clientes y colaboradores necesitan nuestras empresas sanas y prósperas.
Ahora hablo de las empresas: la televisión en primer lugar, siempre, siempre, inseparable compañera de más de 3 horas diarias en tiempos normales y, en tiempos de crisis, compañera de 24 horas. La tele debe seguir siempre, pase lo que pase, y debe dar ejemplo de calma y confianza y dar información real; la TV no es como las redes sociales donde reina el extremismo, donde reinan las mentiras, la calumnia, las opiniones sin fundamento, eso es lo que hay en las redes sociales.
Aquí es donde se ve la diferencia entre un medio profesional y un medio wanna-be.
La tele debe siempre acompañar.
Banco Azteca, siempre, un refugio seguro para nuestros ahorros; siempre debemos estar abiertos para servir a nuestros clientes que necesitan acceder a su dinero, que necesitan hacer pagos o que necesitan un préstamo.
Totalplay, en estos tiempos la comunicación, la televisión, el internet, son más necesarios que nunca. Siempre Totalplay tiene que asegurar el servicio para nuestros clientes.
Tiendas Neto, siempre entregar comida y básicos para el hogar, ¿qué más básico que eso?
Dragón, siempre generar energía limpia.
Ahora, yo estoy optimista porque sé que juntos, los que estamos aquí y los que estamos afuera, lo vamos a arreglar; juntos, vamos a evitar este tsunami de destrucción del empleo, este tsunami de destrucción del tejido social. Juntos; no podemos cancelar los sueños y las vidas de millones de personas. Nuestra estrategia de lucha, nuestra estrategia de trabajo sí es sostenible, no como el aislamiento que nos conduce al desastre. Estoy seguro que con tu ayuda, con la ayuda de todos, vamos a salir adelante y la vida tiene que continuar.
Muchas gracias.