El régimen del ‘hijo de Chávez’ vigila estrechamente las informaciones en medios y redes sociales. La ONU alerta del pésimo estado de salud del sistema sanitario.
DANIEL LOZANO|Foto SCHNEYDER MENDOZA AFP|El Mundo|Actualizado Miércoles, 11 marzo 2020 – 18:37. La revolución bolivariana ha apostado por un medicamento cubano, el Interferón, y por la represión para luchar contra el coronavirus, que oficialmente todavía no habría llegado a Venezuela. «Estamos alerta las 24 horas, algunos casos que parecían tener las características del coronavirus han sido descartados, afortunadamente, hasta esta hora que les estoy hablando», aseguró Nicolás Maduro el martes por la tarde.
«Cuba va a la cabeza, a la vanguardia, como siempre, con el Interferón, creado con tecnología médica cubana y que ha tenido excelente resultado en su aplicación en China. El Interferón cubano ya está en Venezuela para atender a aquellos pacientes que pudieran presentar casos», afirmó el mandatario.
La realidad es que este agente antirviral nació en Londres el siglo pasado, creado por dos virólogos europeos. Lo que sí ha hecho la industria farmacéutica cubana es desarrollar el Interferón Alfa 2B, que también está bajo escrutinio de la sanidad panameña para luchar contra la epidemia del Covid-19.
La iniciativa de Maduro cuenta con el apoyo de otros aliados, no sólo de La Habana. «El aparato de salud pública de China y las medicinas investigadas en Cuba han logrado detener la epidemia», aseguró el líder izquierdista colombiano Gustavo Petro, habitual socio del chavismo.
El entusiasmo ideológico no es compartido por expertos venezolanos. «No se le puede atribuir al Interferón beneficio alguno en estos momentos, es básicamente propaganda. Los cubanos lo han utilizado para mucho, sin éxito. Es como un medicamento que busca una enfermedad», refutó el doctor Julio Castro, principal infectólogo del país.
Más allá de la medicina cubana, la lucha contra el coronavirus en Venezuela, uno de los pocos países de la región donde todavía no se han reportado casos de contagio, va mucho más allá de la prevención. El gobernador del Zulia, Omar Prieto, ha ordenado a los fiscales y a sus agentes de la Dirección General de la Contrainteligencia Militar (Dgcim) que «levanten procedimiento» contra el doctor Freddy Pachano, director del posgrado de Medicina en la Universidad del Zulia (LUZ), quien advirtió en sus redes sociales que dos casos sospechosos estaban bajo estudio en Maracaibo.
«Para nosotros es un tema de seguridad de Estado, debe ser investigado», amenazó el gobernador, afín al sector más radical de la revolución.
La Universidad apoyó de inmediato a su profesor: «Rechazamos la persecución y el acoso a las libertades fundamentales, especialmente en el que todos necesitamos información oportuna sobre un asunto crucial para la salud pública».
Desde que anunciara la creación de una Comisión Presidencial, encabezada por la vicepresidenta Delcy Rodríguez, y acusara a EEUU de haber creado el coronavirus como arma biológica contra China y contra los pueblos del mundo, el Gobierno de Maduro ha vigilado estrechamente las informaciones en medios y redes sociales.
El hostigamiento contra médicos también incluye a periodistas como Milagros Socorro, que cuestionó la «censura férrea» y «la persecución» contra profesionales desde el poder bolivariano. Países vecinos como Colombia y Brasil, y los también cercanos Panamá y Ecuador ya sufren la enfermedad, lo que aumenta las dudas de expertos sobre la información que proporciona el Gobierno, acostumbrado a convertir en propaganda buena parte de sus comunicaciones.
De lo que no hay ninguna duda es del pésimo estado de salud del sistema sanitario venezolano. La última en confirmarlo fue Michelle Bachelet, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, quien, como ejemplo, desveló que el Hospital Infantil JM de los Ríos, en Caracas, sólo cuenta con el 21% de sus camas operativas.
El cuestionamiento procede incluso desde dentro de los hospitales elegidos para comandar la batalla contra el nuevo coronavirus. Trabajadores del Hospital Central de San Cristóbal, cerca de la frontera con Colombia, denunciaron que no cuentan con agua potable ni mascarilla ni siquiera información sobre cómo combatir la epidemia. En El Algodonal no hay ni epidemiólogo. La Encuesta Nacional de Hospitales ya advirtió en 2019 que en el 30% de los hospitales son los familiares de los pacientes los encargados de llevar agua hasta las habitaciones.
Falla el agua, falla la luz y se esconde la verdadera incidencia de las enfermedades que persiguen al venezolano: malaria, difteria, hepatitis, sífilis, tuberculosis o dengue. «Si llega el coronavirus a Venezuela, Dios nos agarre confesados», se lamentó Douglas León Natera, presidente de la Federación Médica Venezolana.