Miles de mujeres exhiben su fuerza en las calles de AL

Las mujeres protestan en las principales capitales de la región por los feminicidios, la desigualdad y el derecho al aborto.

SONIA CORONA|ROCÍO MONTES|MAR CENTENERA|JACQUELINE FOWKS|SANTIAGO TORRADO|SARA ESPAÑA|FLORANTONIA SINGER|FotoMAURICIO DUEÑAS CASTAÑEDA / EFE|México / Santiago De Chile / Buenos Aires / Lima / Bogotá / Guayaquil / Caracas – 08 MAR 2020 – 17:00. La lucha por la igualdad entre mujeres y hombres llevó este 8 de marzo a millones de mujeres a protestar en las principales ciudades de América Latina. La movilización de 2020 fue una de las más multitudinarias de los últimos años en la región ante la exacerbación de las condiciones que han dejado históricamente en un segundo plano a la población femenina. México, Argentina y Chile lideran las protestas para exigir un alto a la violencia machista, igualdad de oportunidades y el derecho al aborto. La situación política y social de América Latina durante los últimos años ha propiciado la organización de las mujeres para demandar sus derechos.

Las calles se pintaron de verde y morado y los gritos de “América Latina será toda feminista” se hicieron eco en las principales capitales de la región. Las manifestaciones están marcadas en esta ocasión por un creciente descontento y la demanda a los gobiernos latinoamericanos de mejorar las condiciones de vida de la mitad de la población. Las exigencias son cada vez más fuertes ante la denuncia de que los Estados poco han hecho para aumentar la calidad de vida de las mujeres. La mayoría de los presidentes latinoamericanos carece de una perspectiva de género para diseñar sus programas de Gobierno y pocas veces se han interesado en legislar en favor de ellas.

Las protestas en Chile contra el Gobierno de Sebastián Piñera, que desataron una revuelta popular a finales del año que aún se mantiene viva, mostraron el poder de las mujeres que empujaron significativamente las movilizaciones del estallido social. La cara más visible del esfuerzo de las chilenas y su aportación a las manifestaciones mundiales fue la difusión de Un violador en tu camino, un canto que denuncia la violencia sexual que padecen las mujeres y la responsabilidad de diversas figuras de la sociedad ante el machismo sistémico. Desde entonces, las chilenas han sido referencia para el resto de las latinoamericanas que replican algunas de sus consignas en sus ciudades.

En México el aumento de los feminicidios ha colmado la paciencia de las mexicanas. Al día, en promedio, 10 mujeres son asesinadas por razón de género. La movilización de las mujeres en este país ha ido escalando en los últimos meses ante la permanente impunidad en los casos de feminicidio. La crudeza de los casos ha indignado a las mexicanas y tras conocerse las historias de las mujeres asesinadas, las convocatorias han sido más numerosas. El Gobierno mexicano ha fijado su postura a favor de las protestas, a través de las secretarias [ministras] de Estado, sin embargo, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, se ha rehusado a posicionarse sobre las movilizaciones feministas.

Además de la protesta, las mexicanas han convocado a un paro nacional de mujeres el lunes 9 de marzo. Siendo el 40% de la fuerza laboral y padeciendo una brecha salarial de un 34% también están demandando igualdad de oportunidades, en un país donde la mitad de la población vive en condición de pobreza.

Chile exhibe sus reivindicaciones en una marcha multitudinaria
Una marea de chilenas ha salido este domingo a marchar: unas dos millones, según la Coordinadora 8-M, y unas 125.000 solo en Santiago, según las cifras oficiales de Carabineros. Es una marcha familiar, donde han llegado mujeres de todas las generaciones, aunque sobre todo jóvenes, que se ha desarrollado mayoritariamente de forma pacífica. Fue convocada para el mediodía con un inicio en la zona de Plaza Italia de la capital –el epicentro de las protestas sociales desde el 18 de octubre, rebautizada por la gente como Plaza Dignidad–, donde las mujeres comenzaron a llegar desde temprano por la mañana. Lo hicieron con símbolos con el pañuelo verde que Argentina exportó al mundo, vestidas de morado –el color tradicional de las luchas feministas­–, las capuchas rojas que las chilenas confeccionan como símbolo de su protesta por la igualdad y con centenares de letreros. “Juntas haciendo historia. Hay que seguir. ¡Vamos por más!”, se leía en un lienzo.

El 8-M encuentra al país en un intenso proceso de movilización social que se prepara para un plebiscito sobre la Constitución el próximo 26 de abril. “No somos princesas. Somos cabrones constituyentes”, se leía en el cartel de una mujer. En demanda por bienes sociales de mayor igualdad y con las instituciones democráticas por el suelo –los partidos políticos de todos los sectores, el Congreso, el Gobierno, el Ministerio Público–, el movimiento feminista ha empujado los cambios en Chile con un papel protagónico. La masiva marcha de marzo de 2019 fue, según muchas mujeres, el primer antecedente del estallido social de octubre. En noviembre pasado, el colectivo feminista Lastesis logró entregar un nuevo aire a las revueltas con su instalación artística El violador eres tú, un grito contra el patriarcado que traspasó las fronteras, dedicada especialmente a carabineros. En esta jornada de marcha, las autoridades chilenas decidieron sacar a la calle sobre todo a mujeres policías.

La nueva ola feminista chilena, protagonizada por las veinteañeras, es un movimiento diverso, potente, múltiple y, en ocasiones, incuantificable. Las mujeres se organizan en torno a agrupaciones de baile, artes visuales y escénicas, música, bordados, el ciclismo o el patinaje, en un ejercicio colectivo de creatividad que este domingo ha quedado de manifiesto en las calles de Santiago de Chile y de otras ciudades del país. Con inequidades en todos los frentes –en las pensiones, los sueldos, la salud–, en el marco del estallido social las chilenas se han ocupado utilizar imágenes de mujeres fundamentales en la historia de su país, como la poeta Gabriela Mistral. La imagen de la escritora que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1945, cuando en Chile todavía no tenía derecho a sufragar, se ha visto esta jornada en muchos carteles de las manifestantes.

La Alameda, la principal avenida de Santiago, se encuentra repleta de mujeres, en una jornada especialmente calurosa, de unos 30 grados en pleno verano. Fue delante del Palacio de La Moneda cuando se produjeron incidentes menores entre manifestantes y la policía, que utilizó su carro lanza aguas para disolver a un pequeño grupo intentaba traspasar las rejas de protección a la sede del Gobierno. Fue en el histórico edificio donde el presidente Sebastián Piñera, pero temprano esta mañana, encabezó las conmemoraciones del Ejecutivo por el Día Internacional de la Mujer. Luego de pedir un minuto de silencio por las seis mujeres víctimas de feminicidio este 2020, anunció que se pondrá máxima urgencia al proyecto de ley que termina con las discriminaciones entre hombres y mujeres en la administración de la sociedad conyugal y el que elimina “la injustificada” espera de 270 días que afecta a las mujeres que quieren casarse de nuevo luego de un divorcio.

Argentina y la lucha por una ley de plazos

Argentina ha dejado las protestas para el lunes 9 de marzo bajo el lema Por la autonomía de nuestros cuerpos y contra los fundamentalismos religiosos. Sin embargo, este domingo el movimiento feminista convocó un pañuelazo frente a la catedral de Buenos Aires a favor del aborto legal, seguro y gratuito para contestar a la misa convocada en contra por la Iglesia católica argentina en el principal santuario del país, la basílica de Luján. En este 2020, la reivindicación central de los movimientos feministas es lograr una ley de plazos para la interrupción voluntaria del embarazo que convertiría a Argentina en el primer gran país de América Latina en legalizar el aborto, como ya hicieron Uruguay, Cuba, Guyana y la capital mexicana.

El presidente argentino, Alberto Fernández, enviará esta semana el proyecto de ley, que será debatido por los legisladores de ambas cámaras. Será el noveno intento de cambiar el Código Penal vigente, que contempla penas de hasta cuatro años para la mujer que aborta excepto en caso de violación o de riesgo para la salud, pero es la primera vez que la iniciativa parte del Poder Ejecutivo y no de la sociedad civil.

Las mujeres argentinas saldrán también a la calle el 9 de marzo para exigir medidas contra los feminicidios. A pesar de la movilización social desde el auge de Ni Una Menos, en 2015, estos crímenes no han descendido. Aun sin datos oficiales, la ONG Casa del Encuentro informó que 299 mujeres fueron asesinadas el año pasado por el hecho de ser mujeres, lo que supone un aumento de casi el 10% respecto a 2018. En lo que va de año se han registrado ya 68 feminicidios, entre ellos algunos que han conmocionado a la opinión pública por su crueldad, como el de Brenda Micaela Gordillo, asesinada y después descuartizada y quemada presuntamente por su novio, de 19 años.

Clamor por el aborto libre en Colombia

También Colombia, miles de personas, en su inmensa mayoría mujeres jóvenes, marcharon por las calles del centro de Bogotá con un marcado protagonismo del clamor por el derecho al aborto libre y seguro. Abundaban las pañoletas verdes, el símbolo que popularizó el movimiento en Argentina, y moradas, el color tradicional de las luchas feministas, entre una colorida multitud salpicada por algunas mujeres enmascaradas y otras con el pecho descubierto. En el recorrido, con evidentes ecos de la reavivada discusión sobre la interrupción voluntaria del embarazo, junto al animado ritmo de las percusiones retumbaban cánticos y lemas como “hay que abortar este sistema patriarcal”, “saquen sus rosarios de nuestros ovarios, saquen sus doctrinas de nuestras vaginas”, “que los vengan a ver, estos no son provida son solamente antimujer” o “los proveedores de aborto seguro, ¡son héroes!”.

“Estoy marchando porque quiero sentirme segura en cualquier lugar donde esté, una mujer libre, fuerte y segura de mí”, dice Fernanda Chacón, una joyera y futura orfebre de 26 años, mientras sostiene en su mano, con una pañoleta verde amarrada en la muñeca, un letrero que dice “nacimos para transformar”. Aunque no pertenece a ningún colectivo, participó a finales del año pasado en la oleada de protestas contra el Gobierno de Iván Duque que sacudieron al país. En esa amplia amalgama de reclamos también estuvieron presentes algunas reivindicaciones feministas, pero esa movilización social amainó con el comienzo del nuevo año.

En un episodio mucho más fresco en la memoria de las manifestantes, la Corte Constitucional revivió este año el intenso debate en torno al aborto, que en Colombia es legal desde hace 14 años en tres circunstancias: si el embarazo constituye peligro para la vida o la salud de la mujer, hay grave malformación del feto o el embarazo es el resultado de violación. Aunque una demanda pedía volver a penalizarlo, y varias voces la consideraban una oportunidad para legalizarlo sin restricciones, el alto tribunal decidió a principios de mes dejar las cosas como estaban al declararse inhibida.

“Es un símbolo que hemos acogido”, apunta María Vallejo, una antropóloga de 33 años, sobre el pañuelo verde en su cuello. “Tenemos más derechos que los que tuvieron nuestras madres y abuelas, pero seguimos marchando porque creemos que es necesario copar otros lugares, que la sociedad todavía necesita aprender y transformarse. Parte de eso tiene que ver con poner los temas sobre la mesa. En términos de derechos necesitamos un aborto libre. Más que una lucha proaborto, como la llaman, es por el derecho a decidir, porque la gente que nazca sea deseada”, agrega mientras sostiene la mano de su hija de 10 años.

Una marcha joven y adolescente en Perú

Perú se anticipó a la jornada y cerca de 10.000 personas se manifestaron el sábado en Lima. Si bien la convocatoria tenía como lema Trabajadoras, sí; explotadas y violentadas, no, la mayoría de los coros y carteles apuntaban directamente a rechazar la violencia de género. “Tengo más posibilidades de morir por ser mujer que por el coronavirus”, era uno de los mensajes. En el primer bloque de la caminata, participaron la fotoperiodista peruana Beatriz Suárez y familiares de mujeres víctimas de feminicidio o desparecidas, como Rosario Aybar, madre de la activista feminista Solsiret Rodriguez desaparecida en 2016.

Edward Alvarado López participó por primera vez en una manifestación del 8-M. Caminaba con su esposa y sus dos bebés. En agosto desapareció su hermana, Karin, de 40 años, y la única respuesta de la Fiscalía es que «el caso está en investigación”. Como en otras decenas de casos, Alvarado se queja de que la familia misma está investigando por sus medios.

La marcha del 8-M ha sido este año predominantemente joven y adolescente. La congresista electa y abogada Arlette Contreras dijo a EL PAÍS que las medidas que ha tomado el Ejecutivo hasta ahora para abordar los problemas de violencia de género “no han tenido mayor impacto». «Pedimos al presidente, Martín Vizcarra, una declaratoria de emergencia para que los tres poderes del Estado trabajen articuladamente contra la violencia de género”. Contreras es también una víctima de la violencia machista y activista.

Ecuador, contra la brecha de desigualdad

Sin ser tan bulliciosas y numerosas como las marchas de los otros países de América Latina, las convocatorias de Ecuador comparten las mismas reivindicaciones. No solo hace falta materializar esa igualdad de género que está plasmada en las leyes, sino atajar de verdad la violencia machista, garantizar las mismas oportunidades laborales, educativas y la salud sexual y, sobre todo, conseguir que el Estado se implique con políticas y recursos en reducir la brecha de desigualdad.

En Quito, tres columnas con cientos de mujeres se movilizaron este domingo por la mañana por las calles de la ciudad para confluir en la céntrica plaza de Santo Domingo. Pero la policía apostó a agentes mujeres para custodiar e impedir el acceso a la Plaza Grande, donde está el Palacio de Gobierno, ante la llegada de las manifestantes que llevan tantas pancartas como las reivindicaciones por conquistar. “Gobierne quien gobierne, la obrera siempre pierde”, reza uno de los carteles, rodeado de otros que apelan a las mujeres asesinadas por sus parejas o a la falta de reconocimiento del trabajo no remunerado del hogar o a la sensación de inseguridad y acoso.

Guayaquil tomará el relevo por la tarde bajo el lema Huelga de cuidados que reprocha la falta de reconocimiento y remuneración a las tareas del hogar. Según el Instituto Nacional de Estadísticas, esa fuerza de trabajo representaría un 14,5 % del Producto Interno Bruto si fuese incluida como actividad productiva nacional: más de 15.000 millones de dólares.

Venezolanas contra el feminicidio

En Caracas, las mujeres vestidas de negro y exhibiendo lápidas de cartón. Yuleimar, Sonia, Alicia, Romina, Katherine, Belkys, niña, mujer anónima, Gabriela, Rosario, Luisanny, Rosbeilys y otras hasta nombrar a las 44 víctimas de feminicidio de este 2020, por las que pidieron justicia este 8-M en Venezuela. Los epitafios se convirtieron en consignas para mostrar al feminismo no como una tendencia, sino como una urgencia.

“El Estado no me cuida, me cuidan mis amigas”, “En un Estado feminicida, estar vivas es rebeldía”, “El silencio estimula al verdugo”, “Ayer era amor, hoy es feminicidio”, “No es un crimen pasional, es un feminicidio”, “A las mujeres las matan en la cara de la gente”, fueron algunos de los mensajes con corearon unas decenas de mujeres y algunos hombres por el transitado bulevar de Sabana Grande, en el centro de la capital.

A su paso vino el silencio, las fotos, unos pocos aplausos, algunas burlas que fueron dejadas atrás y la celosa vigilancia de funcionarios policiales, que insistieron en aclarar si se trataba de una protesta política y obligaron a contener la protesta dentro de las aceras. “Vino más gente, hay más mujeres comprometidas y logramos el objetivo de visibilizar las muertes de todas las que nos faltan, porque todavía hay gente no sabe lo que significa el feminicidio”, dijo Nohelia Urbina, de 23 años, fundadora de la red feminista Uquira, una de las organizadoras de la caminata feminista.

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