Con el 85% del recuento, el más joven de la carrera a la Casa Blanca mantiene el empuje con un segundo puesto en las primarias demócratas, mientras pesos pesados como Warren y Biden quedan en cuarta y quinta plaza.
AMANDA MARS|Foto JOE RAEDLE (AFP) |El País|Manchester (New Hampshire) 12 FEB 2020 – 07:17. El senador izquierdista Bernie Sanders ganó este martes las primarias demócratas de New Hampshire y se encaramó como favorito en las encuestas de ámbito nacional, puesto que hasta esta semana mantenía Joe Biden, el vicepresidente con Barack Obama que ahora promete recuperar el Washington de entonces, tras cuatro años de tormenta Donald Trump. Pete Buttigieg, que dio la campanada como ganador en los caucus de Iowa, con 38 años y no mucha más experiencia que la de la alcaldía de South Bend, una ciudad de unos 100.000 habitantes, amarró un segundo puesto muy cercano a Sanders. Si hubiese que escoger uno solo de los mensajes que ha dado esta noche, sería que recuperar el pasado no despierta pasiones.
Y eso que para Sanders todo suena a segunda oportunidad, a una nueva cita con la historia. En 2016 ganó estas primarias de New Hampshire contra Hillary Clinton, quien se impuso en la convención nacional final del partido. Cuatro años después, a los 78 años, y con un ataque al corazón sufrido hace pocos meses, el veterano político de Vermont no solo resiste, sino que ha ganado solidez. Ahora, enfrente, no se bate ante una figura única muy fuerte como la de Clinton, sino con otros ocho aspirantes que fragmentan el voto. Con el 85% de las papeletas escrutadas, Sanders obtuvo el 26% del apoyo y Buttigieg, el 24,4%; lo que repitió una foto muy similar a la de los caucus de Iowa: el mayor de la carrera y el más joven, separados por cuatro décadas, se colocan en cabeza.
New Hampshire también ha dado un empujón a Amy Klobuchar, la primera mujer senadora de Minnesota, que ha quedado tercera (19,8%) tras unos días dulces en los medios de comunicación, impulsada por el buen debate del viernes y el apoyo del consejo editorial de The New York Times, que la colocó en el mapa cuando no había logrado aún aparecer en los primeros puestos de las encuestas. El martes se presentó ante la prensa como si hubiera ganado: «Hola, América, soy Amy Klobuchar y voy a derrotar a Donald Trump», espetó nada más ponerse ante el micrófono. En cambio, el resultado golpeó a Biden, que quedó quinto (8,4%), y a la senadora Elizabeth Warren, cuarta (8,4%). Ambos son dos pesos pesados del partido que se van de esta segunda contienda de las primarias demócratas sin un solo delegado más —aquellos que votarán en la Convención Nacional del partido para elegir al candidato final— en el bolsillo.
Así funciona New Hampshire, un Estado de 1,3 millones de habitantes que no reparte más que 24 de los 1.991 delegados que hacen falta para ganar la nominación, pero que, como los caucus de Iowa la semana pasada, suponen el primer contraste entre las expectativas y la realidad. Y hay víctimas. Warren, una política popular, referente del giro a la izquierda y procedente del Estado vecino de Massachusetts, está llevando a cabo una campaña muy trabajada tanto en la calle como en los puestos de mando, con mítines electrizantes y planes económicos muy concretos. En las encuestas nacionales ha llegado a colocarse tercera, pero los primeros resultados han sido un jarro de agua fría.
En cambio, el pabellón donde los seguidores de Sanders seguían la noche electoral, en el campus de la Universidad Southern New Hampshire, en la ciudad de Manchester, se convirtió en una fiesta cuando apenas se había escrutado un 20% de los votos. Luego, conforme seguía el escrutinio y Buttigieg seguía a la zaga, tan cercano del senador, se calmó la euforia. Quedan muchas primarias por delante, pero algunos, votantes ya del senador en las primarias de 2016, transmitían la sensación de estar viviéndolo como una oportunidad para la justicia histórica. «Dejadme decir que esta victoria aquí hoy marca el principio del fin de la presidencia de Trump», clamó Sanders.
Loreto Amadeo, de 57 años, le votó hace cuatro años y se mantuvo fiel al voto demócrata cuando salió Clinton nominada, “pero desgraciadamente perdió igualmente contra Trump”. Ahora ha vuelto a apoyar al senador y a responder a las preguntas de entonces, sobre todo, si un político que se presenta como socialista ante el mundo puede ganar unas presidenciales en Estados Unidos. “Aquí ha ganado, puede ganar, es el momento de que él lo intente, él es un millón de veces mejor que Trump”, sostiene. El hijo de Amadeo, Tomás, de 24 años, asegura que “la gente va a mirar más allá de las etiquetas de socialismo o no socialismo, y él se va a centrar en políticas que ayuden a la gente trabajadora, eso no da miedo».
Sanders no pertenece formalmente al Partido Demócrata, sino que es un independiente que ha dedicado toda su vida a colocar el socialismo en la centralidad política de Estados Unidos, un país que suele asociar este término a la antigua URSS. El senador jugaba en casa, de algún modo, pues procede del vecino Estado de Vermont. Hace cuatro años, ganó en las primarias de New Hampshire frente a Hillary Clinton, pero pronto empezó a perder duelos de más peso poblacional y cayó derrotado. El escenario ha cambiado: ahora la carrera demócrata se encuentra hiperpoblada de figuras inscritas en la tradición más moderada del partido, que dividen el voto, y el senador está superando a su única rival en el flanco izquierdista, Warren. Esta trató de relativizar los resultados, felicitó al primero y al segundo por «sus dos noches fuertes» y advirtió de que la suya es una «carrera de fondo».
Joe Biden era favorito en los sondeos de ámbito nacional hasta los caucus de Iowa y, tras los malos resultados allí, ha ido bajando en las encuestas hasta situarse por detrás de Sanders. «Esto no ha terminado», reivindicó este martes, «acaba de empezar», declaró ya fuera de New Hampshire, donde ni siquiera se quedó a pasar la noche electoral. El vicepresidente de la era Obama pretende recuperar ímpetu en las siguientes citas, los caucus de Nevada del 22 de febrero y las primarias de Carolina del Sur, el 29, gracias a su tirón entre los votantes hispanos y los afroamericanos. Esa será también la hora de la verdad para el joven Buttigieg, pues el apoyo que suscita en los sondeos entre los votantes negros y latinos no llega ni al 5%.
La criba de New Hampshire se llevó a dos precandidatos por delante. Andrew Yang, el empresario de origen asiático cuya propuesta más distintiva consistía en una renta universal de 1.000 dólares mensuales (unos 915 euros), anunció su retirada poco después de cerrarse las urnas, cuando todavía no habían empezado siquiera a salir los resultados. A los pocos minutos lo hizo el senador por Colorado Michael Bennet, que nunca logró despegar. Quedan nueve demócratas en la carrera y aún mucha incertidumbre.
El Partido Demócrata no ha aclarado aún su dilema, si la manera de derrotar a Trump es presentar a un candidato moderado o un viejo rockero de la izquierda como Sanders. Steve Mattloff, un ingeniero informático de 56 años, admitió que derrotar al actual presidente resultaría “muy difícil”, pero rechazaba la idea de que el senador de Vermont lo vaya a tener más complicado que el resto. “Mucho del éxito de Trump es personal, es un asunto de culto personal, y el único de los demócratas que logra ese mismo efecto en los fans es Bernie Sanders. Si las elecciones se ganan así, el hombre es Sanders”, apuntó.