La relación que muchos desconocen de dos personajes controversiales del mundo artístico.
22 de enero, 2020|Por: Abril Palomino|Cultura colectiva. Frida Kahlo es mundialmente famosa por tres cosas: sus distintivos autorretratos y estética icónica, su desgarradora historia llena de dolor físico y su tormentosa relación con Diego Rivera. Existen múltiples mitos y leyendas en torno a su persona debido a su excéntrica personalidad e ideas muy revolucionarias y abiertas con respecto a la época que le tocó vivir, pero poco se sabe de la cercana relación que llegó a tener con Marcel Duchamp, una de las figuras más controversiales del arte en el siglo XX.
A Marcel Duchamp se le considera una de las mentes más brillantes del siglo XX, según el mismo André Breton, su pensamiento influyó en gran medida la evolución del dadaismo y la resignificación de las obras de arte con relación al paso del tiempo, contexto y contemporaneidad. Bajo esta línea, Duchamp ejercía el arte desde un ejercicio voluntarioso, en donde el talento, los conocimientos o la preparación no eran necesariamente requeridos.
Duchamp tuvo estudios artísticos formales, comenzó su carrera en el estilo fauvista, poco a poco se fue abstrayendo hasta llegar al cubismo y finalmente comenzar a desarrollar el arte objeto o ready made, objetos cotidianos que eran extraídos de su entorno para considerarse como obras de arte. Duchamp se concentraba más en el discurso o la reflexión generada tras una pieza que por la pieza misma. Así fue que en 1917 presentó el estandarte de su trabajo: La fuente, una crítica cargada de ironía al absurdo de canonizar la práctica artística.
Según Evodio Escalante, crítico e investigador mexicano, el encuentro entre ambos personajes se dio en París en 1939, cuando los dos gozaban de una popularidad notable en el circuito artístico mundial. Kahlo estaba buscando la manera de montar su segunda exposición fuera de México ayudada por André Breton, quien le ofreció hospedaje en su casa. Pero Frida contrajo una fuerte infección en los intestinos, por lo cual tuvo que hospitalizarse, Bretón se desentendió completamente, pero Marcel Duchamp y Mary Raynolds, su esposa se enteraron de esta situación y decidieron procurar los cuidados de Frida Kahlo, a partir de este momento nació una relación estrecha de amistad.
Otro guiño amistoso de esta relación se da en 1943, cuando Benjamin Péret y Wolfgang Paalen, amigos de Duchamp, realizan un viaje a México, por lo que Marcel aprovecha para enviar «cariñosos saludos a Diego y a su amiga pintora, y les expresa su interés de conocer México», como dice Alberto Chong Gutiérrez en un artículo de la revista Generación.
Duchamp tuvo la oportunidad de visitar México hasta el año de 1957, tres años después de la muerte de la pintora. Sin embargo, tuvo la oportunidad de conocer al pintor Arturo Estrada, alumno y amigo personal de Kahlo. En ese entonces Duchamp era asesor de la Fundación de Noma y William Copley y vino a México a visitar el estudio de Arturo Estrada, quien había aplicado para una beca de la misma fundación. Estrada ganó la beca al impresionar a Duchamp con una obra de un bodegón con aires surrealistas, «un nostálgico Duchamp habría rendido un homenaje póstumo de admiración a la pintora que conoció en París», escribe el periodista Evodio Escalante con respecto al encuentro personal que tuvo con Arturo Estrada, quien le compartió esta anécdota.
En el marco de la exposición del Museo de Arte Moderno, que conmemora el 80 aniversario de la creación de Las dos Fridas, Carlos Segoviano habló sobre la investigación que surgió al preparar dicha exposición, de la cual destaca la relación de Frida Kahlo con Marcel Duchamp, su encuentro en París y la correspondencia que intercambiaron tiempo después a raíz de este encuentro.
En la exhibición Las dos Fridas, se puede apreciar un facsímil del catálogo de la exposición de París, una carta que le envía Frida a Nickolas Muray, su amante en esa época, donde le cuenta sobre el apoyo por parte de Marcel Duchamp, una fotografía de Duchamp que Frida guardó en el baño de la Casa Azul y una imagen del cuarto de Frida en la que se aprecia una reproducción de Desnudo bajando una escalera que Duchamp pintó en 1912.
Estos son algunos guiños que se tienen con respecto a esta curiosa y desconocida amistad entre dos personajes sumamente polémicos en la historia del arte.