Netflix retrata en una serie el mundo del reporterismo en México, uno de los países más peligrosos para el oficio.
DAVID MARCIAL PÉREZ/El País/México 27 ABR 2019 – 23:10. Tijuana no es Baltimore, es posible que sea mucho peor. Hay más violencia, droga, corrupción e impunidad en la frontera mexicana que en la ciudad estadounidense que retrató David Simon en la serie de HBO The Wire (2002-2008). Las dos ciudades tienen también sus periódicos locales, asfixiados por la falta de dinero. Aunque la redacción Frente Tijuana no está llena de periodistas crepusculares dispuestos a salvar el pellejo a costa de exagerar, inventarse historias o medrar como en el Baltimore Sun; sino de héroes antiguos, intachables luchadores contra el destino. Porque Tijuana, la serie estrenada este mes en Netflix, es ante todo un homenaje al oficio en la tierra donde son asesinados de media casi diez periodistas al año.
“Es cierto que en esta primera temporada se pinta el idealismo de la profesión. El homenaje se dio naturalmente, sin pretenderlo. Pero la idea es que la historia evolucione y se puedan explorar los claroscuros del ejercicio del periodismo”, apunta Camila Jiménez-Villa, cabeza de Storyhouse, productora que ha trabajado para la plataforma digital estadounidense, pensando en las posibles siguientes temporadas si la primera triunfa.
El equipo de guionistas ha contado con la ayuda de la mesa de investigación de Univisión, una colaboración que venía de una serie anterior: el reciente biopic de El Chapo. “Buscábamos una historia latinoamericana que no estuviera tan centrada en el narcotráfico”, añade la productora, que reconoce también la intención de alejarse del cliché telenovelero: las dosis de melodrama están bastante contenidas, el ritmo narrativo es lento aunque sin mucha destreza en el uso de la elipsis.
Dos asesinatos, un periodista y un político, separados por 30 años. En medio, corre la trama a través de las investigaciones del Frente Tijuana: una telaraña de intereses políticos y criminales, corrupción, narcotráfico de metanfetamina, redes de pederastia y trata de migrantes en la que se cruzan las historias familiares de unos y otros, víctimas y agresores, periodistas y narcos, empresarios y sindicalistas.
En la redacción del semanario se suceden lecciones del manual del buen periodismo: “no publicamos rumores”, “el periodista no miente ni manipula a sus fuentes ”, o, “la objetividad no existe, se trata de honestidad”. La destinataria de los consejos suele ser una reportera joven (Tamara Vallarta), con energía y el depósito de cinismo a cero. Entre los reporteros más curtidos sobrevuela un cierto retrato romántico: siempre dispuestos a entrar en acción, alcohol y cigarros hasta en el baño, bajos fondos, drogas y prostíbulos.
El periódico de la serie está inspirado en Zeta, un semanario tijuanense con 39 años de historia centrado en el periodismo de investigación. Y la historia del reportero asesinado en la ficción toma su base de uno de los cofundadores de Zeta, Héctor Félix Miranda. En la mañana del 20 de abril de 1988, Miranda fue tiroteado cuando se dirigía en coche a la redacción. Los dos condenados como autores materiales eran miembros del equipo de seguridad del empresario Jorge Hank Rhon, hijo de un exministro y peso pesado del priismo (la doctrina de los seguidores del PRI, el Partido Revolucionario Institucional de México).
45 asesinatos
Durante la investigación, en las instalaciones de la empresa de Hank se encontró el coche con el que se cometió el asesinato y un arsenal de armas. Desde Zeta siguen manteniendo que la justicia no investigó como es debido.
“Entre las presiones del gobierno y las amenazas del narcotráfico, no es fácil hacer periodismo en Tijuana. Desafortunadamente tenemos muchas cruces en el escritorio y en estas condiciones de impunidad el mensaje es claro: puedes asesinar a un periodista y no pasa nada”, -dice Adela Navarro, directora general del semanario. En 1997, el fundador de Zeta sobrevivió a una emboscada de un cartel local. En 2004, pistoleros también de la banda de los Arellano Félix asesinaron a quemarropa a otro reportero cuando recogía a sus hijos del colegio.
Solo en los últimos cuatro años, la asociación dedicada a la libertad de expresión Artículo 19 ha documentado 45 asesinatos de periodistas en México, mientras que organizaciones como Periodistas sin fronteras alertan de que las tasas rozan las de zonas de guerra como Siria.
EN EL ESPEJO DE ‘SPOTLIGHT’
“Ha sido bien difícil el trabajo de los personajes siendo periodistas. Porque es un oficio donde fundamentalmente son observadores, y en la pantalla necesitas acción para que tomen el papel de periodistas”, apunta la productora ejecutiva Camila Jiménez-Villa. Para resolver esa pasividad, el equipo de guionistas, comandado por Daniel Posada, al frente también del proyecto sobre El Chapo, y Zaire Ferrer, ha prestado atención a otras historias de periodistas en la pantalla, como la película Spotlight, basada también en hechos reales, y centrada en un grupo de reporteros de investigación del diario Boston Globe que destaparon un escándalo de pederastia vinculado a la Iglesia.
En el elenco de actores de la serie destaca Damián Alcázar, veterano intérprete mexicano que cuenta en su filmografía con títulos como El crimen del padre Amaro, Las crónicas de Narnia, o producciones de Netflix como la segunda temporada de Narcos, donde interpretaba a un capo del cartel de Cali.